ALMA ROTA

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Cuando me desperté una hora mas tarde no había nadie a mi lado para ayudarme a levantarme. Me había desmayado en el baño y me había dado en la cabeza y en la espalda, al principio no sabía que pasaba, pero luego lo recordé todo de golpe y el dolor de cabeza aumentó. Aún me seguía sintiendo una mierda. Mi brazo había parado de sangrar, pero no me sentía bien, aun que el dolor de mi alma había cesado un poco. Nadie se había dado cuenta de que estuve ausente en el baño una hora. Mi madre se habría ido ya a trabajar y mi hermana estaría en su habitación.

Mis padres estaban separados. Desde hace diez años, la verdad es que nunca me afectó demasiado, pues seguía viéndolos cada semana. Custodia compartida. Una semana con cada uno, maletas por aquí y por allá cada lunes. Un horror. Siempre habían prestado mas a atención a mi hermana pequeña, aun que solo nos llevásemos un año. Marta, la pequeña niña buena. Yo era la gorda y ella era la linda a la que todo el mundo quería. Estaba harta de mi hermana y harta de mis padres. Mi padre, bueno, fumaba. Mucho, quizá demasiado. Todos los días dos paquetes de tabaco. Se desmayaba porque no le llegaba el aire al corazón. Yo lo quería, pero nunca se lo había dicho, me arrepentía tanto de eso. Pero tenía que interponer un muro entre el resto de mi familia y yo, y más ahora.

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