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Mamá aparcó el coche en la entrada de Hogwarts. O al menos eso parecía.

El instituto Rose Mary era gigantesco, con edificios que parecían sacados de Londres. Era como ver el castillo de Hogwarts, y se podría decir que solo en ese sentido me gustaba.

Rose Mary se encontraba en medio (prácticamente) de un bosque. Era muy lejos de la ciudad, y una de las mejores instituciones del país. Por eso me encontraba aquí.

Mamá bajó del auto y me llevo hasta la recepción, hasta parecía un hotel. La joven me dio la bienvenida al instituto y me dio una llave. Habitación 34.

Mi madre me ayudó a sacar las maletas de su auto, sin embargo no se quedó para ver la habitación. Se despidió de mi con un beso, se subió al coche y se fue.

Ahora estaba por mi cuenta, y para entonces, ya estaba acostumbrado. Mis padres nunca estaban presentes en mi vida.

La escuela se hallaba dividida en 4 casas, o dormitorios.

1. Casa Maxwell, hombres.

2. Casa Mary, mujeres.

3. Casa Tritón, hombres.

4. Casa Afrodita, mujeres.

Yo estaba en la Tritón.

Fui hasta la casa Tritón, la cual también parecía sacada de un libro de cuentos, y subí las escaleras. Allí estaban las habitaciones.

Recorrí todo el segundo piso para encontrar mi habitación, y al final del pasillo la encontré, habitación 34.

Entré y la habitación estaba completamente desierta, y eso se daba a causa de que hasta dentro de 2 días iniciaban las clases.

Yo estaba allí porque tenía que asistir al recorrido de la institución mañana, junto con todos los estudiantes nuevos.

Puse mis cosas en el closet del lado derecho de la habitación, a la par de la cama que se encontraba al lado del conector eléctrico, y me preparé la cama para dormir. Necesitaba energías para mañana.

Al día siguiente, me desperté con todas las ganas de recorrer Hogwarts. Así que me di una ducha rápida al percatarme de que en 30 minutos iniciaba el recorrido. Me vestí y fui a la recepción.

—El recorrido inicia aquí, si quieres puedes esperar en aquellos sillones—, dijo la misma joven que me había recibido el día anterior.

Fui a sentarme y noté como poco a poco las personas iban llegando, en total éramos más de 20.

Un señor de al menos 40 años llegó y se aclaró su garganga.

—Buenos días, y bienvenidos. Empecemos. Como ya saben esta es la recepción, y al lado izquierdo la cafetería—, dijo, empezando a caminar.

Continuó hablando de la construcción de la cafetería, y no me importó.

—Hey tu, hola—, dijo una voz. Me volteé, una chica de cabello rubio me saludaba, le sonreí. —Me encanta tu cabello—, susurró.

Mi cabello era rubio.

—Y a mi el tuyo—, le respondí en susurro.

—Eh, ustedes hermanitos, pongan atención—dijo otra voz.

Y pensándolo bien, si parecemos hermanos.

Ella también lo pensó porque me pegó un codazo suave.

Luego seguimos andando hasta que llegamos a los salones de clase.

—Los salones están por niveles y cursos. Como pueden notar, el edificio es de 5 pisos, como los 5 niveles. Primer año, primer piso. Segundo año, segundo piso. Tercer año, tercer piso, y así.
»En todos los niveles los salones están por cursos. Los salones de la izquierda son las clases de inglés y los de la derecha traen un rótulo que dice que materia es. Así que ya están listos para empezar. Hoy tendremos la cena de iniciación, vistan de gala. Además, hoy llegarán los estudiantes de años anteriores, para la cena, lo que significa que hoy tendrán compañeros de cuarto.

Había conseguido el número de Elizabeth, la chica de cabello rubio, ahora mi hermana.

Era muy graciosa.

Me encontraba vistiéndome con traje de gala, justo como todos los chicos en Tritón.

Beth (Elizabeth) estaba en la casa Mary, y su hermano en Maxwell.

De pronto, la puerta se abrió.

Dirigí mi mirada hacia uno de los jóvenes más atractivos que había visto nunca. Sus ojos eran verdes, su cabello negro y su piel morena.

Su cara era perfecta, su cuerpo igual. Estaba muy bueno.

—Hola, soy Tyler—, le dije.

—Ok—, dijo el, generándome un sentimiento de desconfianza. Dios, era muy guapo.

—¿Y tu?—, le pregunté.

—Matt—, respondió secamente.

Dejé de verlo y de hacerle preguntas. Seguí peinándome. El comenzó a vestirse, pero para eso se debía quitar su ropa.

Pueden imaginarme fangirleando en ese momento.

Vi su perfectísimo abdomen, y cuando se inclinó para quitarse su pantalón, casi muero.

—Te gusta lo que ves—, dijo el, oh mierda.

—Qu-Que?—, tartamudeé.

—Me ves mucho, guapote—, respondió. ¿Me dijo guapo?
—Yo.. lo lamento—, respondí. Tomé mi iPhone y salí de la habitación, o al menos eso traté.

El me tomo el brazo y me atrajo a el.

—Debes entender que en esta habitación mando yo, y si alguna vez necesito o quiero algo, tu te harás cargo de satisfacerme. ¿Ok? Y no temas, que te va a encantar vivir aquí—, me susurró al oído, luego de esto, me acercó mas a el y me besó.

Oh por Dios.

—Ahora vete, guapo—dijo el al cortar el beso, salí huyendo de la habitación tocándome los labios.

Compañeros de cuarto. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora