|CAPITULO 51|

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Maratón 3/3

¤ Edrick ¤

Abro los ojos lentamente, abandonando poco a poco el sueño en el que me encontraba. El aire fresco entra por el enorme ventanal en mi habitación, la madrugada aún domina la oscuridad.

Despierto un poco más y al mirar hacia abajo, me encuentro con lo que parece ser la cara de un ángel dormido en mi pecho solo que se trata de mi dulce y preciosa Isabelle, aunque para mi prácticamente es lo mismo.

Me desprendo totalmente del sueño y me la quedo observando por unos segundos, reparando en cada detalle que adorna su cara. Contemplo sus parpados cerrados junto con lo largo de sus pestañas, lo tupido pero perfecto de sus cejas, su pequeña nariz, la piel suave que se deja ver en sus sonrosadas mejillas y sus rojizos y gruesos labios a donde llevo mi pulgar y lo paso delicadamente por su labio inferior.

Recibo por su parte un ligero estremecimiento que la hace apretujarse más contra mi pecho y rodear mi cintura con su delgado brazo. Pego mi mejilla en lo alto de su cabeza y aspiro de más de cerca el delicioso olor a vainilla que su cabello desprende, me encanta el poder tenerla a mi lado.

Vuelvo a mirarla y lo único que puedo pensar ahora es que justo ahora como esta, y por lo adorable que se ve dormida nadie la creería capaz de la paliza que le dio a Zhavia hace apenas cinco días, aun de tan solo recordarlo sigue dándome risa.

Isabelle tiene tantas facetas, pero no me importa, yo amo cada una de ellas.

Luego de unos minutos más, con pensamientos infinitos corriendo por mi mente vuelvo a quedarme dormido con este pequeño ángel aun en mis brazos.

No sé cuánto ha pasado desde que volví a quedarme dormido pero lo raro es que no son los rayos de sol entrando por el ventanal los que me despiertan si no un sonido punzante y horrible para alguien que apenas y está tomando la conciencia. Miro el paisaje afuera y de hecho está nublado.

Me despabilo casi por completo y trato de encontrar a Isabelle a mi lado, pero no está así que me siento y me tallo los ojos completamente seguro que el sonido tan insistente que me despertó es el de su secador de cabello en el baño, no entiendo su manía por despertar tan temprano, ella podría quedarse en cama si así lo quisiera.

Me levanto y no me demoro en reunirme con ella en el baño admirándola desde el marco de la puerta, no puedo evitar reírme por la forma en que baila y mueve la secadora al ritmo de la música, ¿Cómo demonios es que puede escuchar la música? Yo ni siquiera habría reparado en ella si no la veo bailando.

— ¿Qué le resulta tan gracioso, Alpha?— Me mira y apaga el ruidoso secador —.

— ¿Cómo es que puedes escuchar la música con todo el ruido que hace esa cosa?— Tenía que quitarme esa duda —.

— Será porque tengo oído de artista.— Me contesta de lo más sonriente y desenchufa el aparato —.

— ¿Y a dónde vas? Son las ocho de la mañana.

— Debo hacer algunas cosas en el orfanato y además recoger algo de mi madre en el centro.

Me explica y pasa a mi lado dándome un sonoro beso en los labios que es todo lo que necesito para iniciar mi día. Lleva únicamente puesta una bata de baño, no sería mala idea quitársela y tirarla sobre la cama.

— Ni lo pienses.— Me dice ahora desde la puerta del armario, al parecer capto mis intenciones —.

— Yo no pensé nada.— Me defiendo alzando las palmas de las manos —.

Entra en el armario con una enorme sonrisa y niega divertidamente con la cabeza. Ella también se muere por que la tire en la cama, pero no lo admite.

Rechazada Por El AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora