Capítulo 2: Lucky Coin

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Rod limpiaba una mesa de unos clientes que recién habían abandonado el restaurant donde trabajaba mientras miraba ensimismado la playa que se encontraba justo en frente a unos pocos metros. Mientras la gente disfrutaba del hermoso día, él trabaja para pagar su universidad. Refregaba incesantemente la mesa que unos adolescentes habían dejado manchada con la soda que habían derramado. A pesar de lo aburrido que pudiera ser pasar todos sus días libres en aquel restaurant, esto era compensado con la compañía que tenia de sus dos mejores amigos.

La primera era una chica que en ese momento atendía a una pareja de adultos mayores unas cuantas mesas más allá. El nombre de aquella chica era Amber Perry. Amber tenía cabello largo castaño claro y ojos color café oscuro. Amber siempre estaba de buen humor y a diferencia de Rod, ella trabajaba a tiempo completo en ese lugar. El segundo amigo de Rod era un chico llamado James Zhao. Los padres de James habían llegado hace varias décadas a Coral Reef desde China y eran dueños de varios restaurants de comida china a lo largo del país. Jimmy, como Rod y Amber lo llamaban, era un chico gay y orgulloso de serlo. A pesar de lo disgustados que estaban sus padres conservadores con su "estilo de vida", Jimmy no dejaba que sus opiniones afectaran su vida. Siempre lucía a la moda y tenía el aspecto de un modelo de revista. Midiendo aproximadamente 10 centímetros más que Rod, Jimmy lucía una cabellera negra azabache despeinada y una hermosa piel tersa que parecía de porcelana.

Así el trio de amigos pasaban la tarde en el restaurant "Lucky coin". Mientras Rod y Amber servían las mesas, Jimmy administraba el lugar cuando no estaba en la universidad. Ambos pasaban un buen rato conversando sobre lo divertido que sería poder ir a nadar en la playa, sobre sus familias y sobre chicos, principalmente sobre chicos.

—No puedo creer que ya haya cumplido 29 años y aún me encuentre trabajando como mesera —decía Amber mientras cerraban la tienda—, aun no tengo una profesión, aun no tengo una relación estable, ni siquiera tengo un gato. He fracaso incluso como solterona.

—¿Es esta otra de tus crisis? —le preguntó Jimmy sin prestarle demasiada atención, ya que al menos una vez por semana su amiga entraba en una crisis existencial que superaba rápidamente.

—Olvida su crisis —dijo Rod mientras se alejaban del restaurant. A pesar de ser cerca de la media noche aun hacia bastante calor y se podía ver varias fogatas con grupos de personas que conversaban sobre la arena en la playa—. El hombre con el que pensé que estaría toda mi vida me dejó ¿Cómo puedo superar algo así? ¿Acaso nada fue real? No puedo creer que haya dicho que me estaba volviendo loco.

—Para ser honesta, si sonabas un poco loco —le dijo Amber quien siempre se caracterizaba por su completa honestidad—, hablando de sirenas y cosas por el estilo.

—No estoy loco, Amber. Sé lo que vi —le dijo Rod, quien comenzaba a exasperarse de que nadie le creyera—; un chico con cola de pez me salvó cuando me ahogaba. Un chico negro, hermoso con piel color ébano.

—¿Ves lo que digo? ¡Loco! —volvió a decir Amber— ¿Sabes lo que necesitaríamos? Ir a por algunas cervezas.

—Lo siento, mañana tengo clases en la universidad en la mañana, temprano —dijo Jimmy— y en la tarde tengo que encargarme del restaurant.

—¡Aburrido! ¿Qué me dices tú chico sireno?

—Creo que podría ser divertido. Necesito distraerme.

—Por supuesto que lo será —le aseguró Amber, abrazándolo emocionada—, tú y yo, hablando de chicos toda la noche. Nuestro tema favorito de conversación.

—Preferiría hablar de otra cosa por ahora —le dijo Rod cabizbajo—, pero por favor no vayamos a ese bar donde van todos los estudiantes de la Universidad. No quiero encontrarme con Owen.

—Hay muchos bares que podemos atacar —le dijo Amber, luego dirigiéndose a Jimmy agregó— ¿Estás seguro que no quieres unirte a nosotros?

—Segurísimo, solo te pido Rod que llegues en silencio —le pidió a su amigo, ya que ambos compartían un pequeño departamento cerca de la universidad.

—No te preocupes, no planeo emborracharme ni nada —respondió Rod, aunque no estaba tan seguro de eso.

The Little Merman #1Where stories live. Discover now