-Bien.- le respondí devolviéndole la sonrisa.

-Ya veo que eres tan habladora como Ben.- bromeó.

El chico puso los ojos en blanco.

-Nos vamos a mi habitación.

-A ver lo que hacéi…

-Vamos a estudiar.- le cortó. –La biblioteca estaba cerrada.

-Bueno, si necesitáis algo, decídmelo.

-Gracias, Thomas.- volví a sonreírle.

-Sí, sí, tranquilo.

Ben y yo nos metimos en la primera puerta del pasillo a la izquierda.

-Bienvenida a mi santuario.- dijo con los brazos extendidos, sonriente.

No pude ocultar mi cara de sorpresa al ver el interior de la habitación. Todas las paredes estaban cubiertas de libros, de arriba abajo, llenas de baldas, de modo que sólo estaban a la vista los lomos, la enorme ventana frente a mí tenía unas vistas preciosas del bosque que se extendía bajo la colina en la que se encontraba la casa, y al fondo, se alzaban las enormes montañas con un manto de niebla blanco en las cimas, el suelo, de madera oscura hacía contraste con las sábanas blancas de la enorme cama situada en mitad del cuarto encajada en el suelo, quedando así al mismo nivel, y al lado de ella, una guitarra acústica descansaba encima de un puf rojo.

-¿Qué te parece?- me preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.

-No está mal…- dije pasando la mano por los lomos de los libros mientras leía los títulos. –No está nada mal…

-Tu cara no dice lo mismo.- rió. –Se te está cayendo la baba.

Le di un codazo en la tripa para que se callase.

-¿Te los has leído todos?- le pregunté sin apartar la mirada de los libros.

-No. Los voy comprando a mi antojo y los leo poco a poco…es como tener tu propia biblioteca.

Miré a mi alrededor.

-¿Has comprado todos estos libros?

-Sí.- respondió orgulloso de ello. –Y hay más en el sótano, no me cabían más aquí.- Echó un vistazo a su colección. –Aún me quedan un montón de historias que leer, miles de mundos por descubrir…

Me giré hacia él. Desde luego, había conseguido sorprenderme.

-¿Puedes prestarme alguno?

-Todos los que quieras.- esbozó una pequeña sonrisa. –Espera un segundo aquí, tengo algo para ti.

Ben abandonó la habitación corriendo y al rato volvió con una bolsa marrón.

-¿Qué es eso?- pregunté curiosa.

-Una bolsa, ¿no lo ves?

-Muy gracioso.- dije irónicamente.

Metió la mano y extrajo dos walkie-talkies.

-¿En serio?

-Sí. Sabía que si te compraba un móvil, no lo aceptarías.

Me dio uno y él se quedó el otro.

-¿Es que no puedes vivir sin mí o qué?

Él, ignoró mi comentario y adentró la mano de nuevo en la bolsa.

-Y eso no es todo.- sacó con cuidado un atrapa-sueños adornado con coloridas plumas. –Toma, para que no vuelvas a tener más pesadillas.

Me quedé varios segundos mirando los regalos que tenía entre las manos y después posé mi mirada en él.

Aléjate de míOnde histórias criam vida. Descubra agora