12. Un triste recuerdo

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Me detuve en seco y no pude reaccionar, mi cuerpo parecía estar pegado al suelo, la desesperación corría por dentro, pero estaba inmóvil por fuera.

Cuando las llamas incrementaron en mi hogar reaccioné.

Corrí como un loco por la calle gritando y pensando lo peor, quería equivocarme, quería pensar que mis padres habían salido a buscarme y no estaban ahí cuando ocurrió el incendio, pero no fue así, yo no estaba equivocado y lo supe cuando me encontré muy cerca de casa.

Los bomberos intentaban apagar lo que quedaba del fuego, algunos paramédicos rodeaban todo el perímetro, era un caos demasiado fuerte y abominable para mí.

La rabia y el dolor me consumieron más cuando me di cuenta de que además de los bomberos y paramédicos mi patio estaba lleno de personas que detestaban a mis padres.

¿Qué diablos hacían ahí?

¿Por qué ahora todos estaban preocupados?

¡¿Por qué hasta ahora?! Estaba llorando descontroladamente, sin saber qué hacer.

Un Médico se me acercó y me dijo unas palabras que se quedaron marcadas por siempre dentro de mí alma.

Muchacho ¿Eran tus padres? —No respondí. —Lamento informarte que ambos han muerto.

No podía aceptarlo, no quería aceptarlo, quería atarme a cualquier posibilidad por mínima que fuera.

¡No! ¡Ellos no pueden morir! ¡¿Por qué ellos?! —Grité desahogando el dolor que sentía.

Todavía no sabemos los detalles, pero los policías iniciarán una investigación, al parecer el incendio fue provocado.

Era de esperarse con tantas ratas odiando a mis padres era obvio que el incendio fuera provocado. Quiero verlos. —Musite limpiándome las lágrimas.

Lo siento muchacho, pero no estas autorizado para eso. —Explicó el médico.

¡No necesito autorización para ver a mis padres! —Espeté con rabia.

Dicho eso me fui corriendo dentro de lo que quedaba de mi casa, ignorando policías, paramédicos y todo tipo de personas.

Los busqué, pero ya no estaban se habían llevado lo que quedaba de sus cuerpos hace algunos 15 minutos, antes de que yo llegará a casa o eso fue lo que me dijo uno de los paramédicos.

Mi alma dejó de existir en ese instante, lo había perdido todo, había perdido a mis únicos amigos, había perdido las ganas de vivir, no me importaba nada porque no me había quedado nada.

En ese momento quise correr otra vez, pero hacía el hospital para verlos a como diera lugar, estaba tan destruido que me desmaye a mitad camino, lo último que recuerdo fue despertar en el interior de una habitación blanca y sin vida, estaba en el hospital Nacional, sin ganas, sin fuerzas y con un mar de dudas en la cabeza, quise levantarme de la cama, pero mi cuerpo no obedeció.

Estuve internado por una semana y en ese corto período de tiempo intenté suicidarme 2 veces, pero siempre llegaba alguien a impedirlo.

Después de eso, un Doctor se hizo cargo de mí porque supo que con esa pérdida tan dura podría llegar a desarrollar depresión y no se equivocó al cabo de 2 meses perdí el amor a la vida, perdí el amor a todo.

Al ver que mi estado era delicado el Doctor Reyes tomó la decisión de internarme en un hospital psiquiátrico donde estuve por casi un año, tuve más recaídas de las que podría contar, fue una etapa muy difícil, aun duele Elena. —Mi voz se corta. —Duele demasiado y a veces no entiendo al Universo. ¿Por qué me arrebató a las únicas dos personas que tenía?

¿Qué hicieron para merecerlo? Ellos no eran malos Elena, ellos... ellos eran mis padres. —Rompo en llanto.

Las lágrimas se sienten calientes y amargas, el dolor baja por mis mejillas sin piedad.

Abro levemente mis ojos y me encuentro a Elena llorando, sé que de alguna manera pensó en sus padres los dos tenemos algo en común estamos solos, nos arrebataron lo más importante de nuestros corazones.

El regalo que me dejaron mis padres fue una hermanita muy linda a la que adoro con todo mi corazón. Siempre estaré agradecido con mis abuelos porque el día que ocurrió el incendio Kayla estaba con ellos en Estados Unidos, solo tenía 3 años, no era justo que una bebé como ella pasara por todo eso, desde ese entonces ella se quedó a vivir con ellos, lo cual me obligó a vivir solo otra vez.

Quisiera que con cada lágrima que sale de mis ojos una pizca de dolor saliera también, pero entre más lloro, más los extraño, más arde en mi pecho, lo que más duele es saber que, aunque llorara por mil días seguidos ellos no volverán, se han ido.

Elena limpia sus lágrimas y me abraza con todas sus fuerzas, de alguna forma se siente reconfortante sacar el dolor a través de palabras.

Se aclara la garganta. —Emanuel, no voy a hablarte con palabras vanas que no traerán a tus padres de vuelta, pero si voy a decirte una cosa, ellos estarían muy orgullosos de verte siendo la persona que eres, un hombre que no se dio por vencido a pesar de estar en el peor momento de la vida, un hombre que a pesar de su dolor sigue sonriéndole a las personas, un hombre que ahora es todo un ejemplo a seguir, estoy feliz de haberme cruzado en tu camino, porque eres increíble.

No tengo palabras para describir lo que siento ahora, mi corazón siempre estará incompleto por la ausencia de mis padres, pero veo a Elena y me doy cuenta de que aún no es tarde, aún es posible, todavía tengo una oportunidad para ser feliz.

Beso su frente. —Gracias por escucharme tan atentamente.

—Nunca voy a entender a las personas que te tuvieron cerca antes y no quisieron escucharte, yo lo haría por horas y sin fatigarme. —Su rostro ahora luce rojo y lleno de lágrimas.

Verla a ella me hace preguntarme.

¿Cómo es posible que hoy más que nunca quiera seguir adelante?

—Tu rostro está como un tomate y aun así me sigue pareciendo el rostro más bello que he visto. —Declaro con ternura.

Ella no oculta su felicidad, ahora su color natural se ha perdido completamente.

—Nun-ca, nunca me habías dicho algo tan tierno. —Titubea.

—Deberías irte acostumbrando, cuando un hombre se enamora dice muchas cosas cursis. —Confieso orgulloso.

Debo admitir que estoy enamorándome de Elena.

—¿Estás enamorado de mí? —Cuestiona con emoción.

—Nah, era para que sonrieras. —Bromeo.

—Eres un tonto, no me engañes de esa forma. —Apunta molesta.

Decido responderle físicamente depositando un beso en sus labios, uno de esos que no se le da a cualquiera, uno de esos que incluyen sentimientos.

La vida está compuesta por buenos y malos momentos, en los buenos disfrutamos y somos felices.

En los malos aprendemos, maduramos y nos convertimos en las personas que estamos destinadas a ser.

Amor Fugaz ✓Where stories live. Discover now