Capitulo III

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Capítulo III

La mañana siguiente al llegar al colegio, mire a los alrededores, solo quería cerciorarme de que Liam no se encontraba por allí dando saltos tratando de localizarme, no tenía intenciones de entablar conversación con el luego de lo ocurrido la última vez que lo vi. Así que solamente camine hacia mi salón de clases, al llegar me asome por la puerta, pero extrañamente no había nadie sentado ni esperando en el asiento que se encontraba a mi lado, el asiento de Liam, él no estaba.

El día transcurrió y el tiempo no se detuvo ante la ausencia de Liam. En los recreos hice lo que generalmente no hago, camine por los pasillos echando vistazos a los alrededores, fijándome o tratando de advertirlo en algún lugar, pero no había nada, ni rastro de Liam. A la salida pensé para mis adentros, quizá debía estar pensando de más, solo había faltado un día, no es nada de lo que uno deba preocuparse, las personas lo hacen todo el tiempo.

Pero no fue así, pasaron un par de días más, luego una semana, y otra más, así siguió, hasta que note que ya se cumpliría casi un mes, era demasiado tiempo para que alguien solamente faltara al colegio, y Liam seguía sin aparecerse por el salón de clases, los pasillos habían olvidado ya que alguna vez ese chico camino por ellos. Al medio día, me dirigí al profesor y le pregunte:

-Señor Steve, de casualidad no sabrá usted algo de mi compañero de asiento, solo me preocupa que haya faltado ya tanto tiempo a clase – el señor Steve siempre me había parecido antipático, su forma de impartir la clase era extravagante y algo holgazán algunas ocasiones, pero me limite a la simple pregunta que le había hecho, y esperar su sola respuesta.

-Niña, no tienes mejores cosas que hacer, deja a los demás en paz.

-Pero, solamente quiero saber, nadie habla de él, ni siquiera los profesores han notado que desaprecio, no le he vuelto a ver.

-¿Quién dices que desaprecio?, niña estúpida, ni siquiera sé de qué hablas.

-¿Disculpe? Hablo de Liam, un joven alto, cabello negro que llego hace escaso tiempo, quizá un mes y una semana, solo que el asistió alrededor de una semana, luego desaprecio.

-No se dé que hablas. No conozco a ningún Liam. – Esto me consterno, como era posible que este hombre no recordara al estudiante nuevo, debía ser una broma.

Salí del salón, y caminé aceleradamente a la oficina de director, necesitaba que alguna persona me diese su dirección para visitarlo, cuestionarlo, preguntarle ¿por qué había faltado tanto?, ¿qué le había pasado? ¿Le había pasado algo?, no lo sé, todo esto me parecía extraño, no quería que la duda siguiera clavada en mi mente.

-Disculpe señorita, ¿podría darme la dirección de Liam?

-¿Liam? ¿De qué clase? – la secretaria me miró como si nunca hubiese escuchado ese nombre.

-Liam, de último curso, está en mi clase. Llego hace solamente unas cuantas semana a este pueblo, debe saber quién es.

-La secretaria tecleo vagamente algunas cosas en el computador y luego de unos segundos me miro y me dijo: - no tengo registros de ningún Liam como dices, mucho menos de un estudiante nuevo con ese nombre.

-Debe haber un error señorita, él estuvo aquí, lo sé porque él… - las palabras parecían desvanecerse de mi boca – él es mi compañero, se sienta al lado mío, y algunas veces me acosa con su mirada, de verdad, debe estar usted equivocada. Oh, entiendo lo que ocurre es que probablemente no pueda brindarme ese tipo de información, que tonta soy, debí de suponerlo, ¿al menos algún numero o algo donde pueda localizarlo?

-Niña – me miró fijamente y medio aplastándome con su mirada – no es ningún tipo de broma, solo la verdad. Créeme, si hubiese algún nuevo estudiante con ese nombre yo hubiera sido la primera en saberlo, nadie se puede matricular sin antes pasar por esta ventanilla. – Sentí como si por un instante el mundo no tuviera sentido, ¿qué pasaba con todos? ¿Por qué negaban la existencia de alguien con quien yo misma hable? Solamente me despedí de la secretaria, di las gracias y camine lentamente preguntándome muchas otras cosas más, las preguntas en ese momento estaba a flote en mi mente, mi mente se reducía ante las posibilidades, no entendía nada, ¿cómo es que una persona podía desaparecer así nada más?, así de simple, sin que nadie lo notara.

Llegue a mi casa aun confusa, nada de esto me parecía normal. No entendía nada de lo que ocurría con el mundo, o con ese chico. De pronto al entrar a casa, escuche algo resbalarse en el piso de arriba, algo choco contra el suelo, como si hubiera caído de alguna mesa. Papa aún no está en casa, es temprano para que haya llegado, además su auto no está en la cochera, eso lo hace parecer aún más raro, ¿acaso habrá un ladrón queriendo robar mi libro de poesía?, no lo creo, los ladrones son demasiado estúpidos como para asaltar una casa solamente por un libro, los ladrones no roban librerías ni bibliotecas. Dejo que mi mente se despeje por un instante – debe de haber sido solo el viento – pienso para mis adentros. Pero aún hay algo de inseguridad en el aire. Subo por las escaleras lentamente, noto que no llevo nada con que defenderme en caso de que en realidad hubiera algo allí arriba, o alguien. Sin embargo no retrocedo ni tampoco atraso el paso, solamente continúo caminando. Al llegar arriba miro detenidamente todo el espacio de la habitación, volteo la mirada lentamente de un lado a otro, pero no logro notar nada extraño, reviso mi habitación, las gavetas de mi ropero, la cama, la habitación, no hay nada raro, todo está un su lugar. No hace falta nada tampoco.

Me siento en la cama, y más preguntas surgen, pero trato de ignorarlas, ese sonido, quizá fue solamente el viento como pensé anteriormente. Bajo la mirada y veo un papel gris con letras color negra por el reverso, lo recojo. Un mensaje escrito, quizá para mí, o al menos eso trato de suponer:

En el parque de la ciudad a las nueve de esta noche, te veo allí.

Posdata: Quiero verte.       

Gritos en la Oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora