Capitulo 13: Una esperanza moribunda, pero esperanza al fin

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Su mirada tan intimidante, tan llena de misterio que me pone muy nerviosa. No deja de mirar mis labios y eso me pone peor. Trato de esconder mi nerviosismo y aclarando la garganta pregunto:

—Comience usted, ¿qué quiere saber de una violinista, según usted de quinta?

Arquea una ceja y suspirando pregunta:

—Dígame usted, que debo saber que yo no sepa.

Lo miro, «joder, por donde empiezo». Trago saliva. «¿Qué digo para no hacer el ridículo? Hay tantas cosas que puedo decir de mí, pero quizá no le importen en lo absoluto».

—Lo que ve ahora, es lo que soy. Una chica que ama tocar el violín y por cosas de la vida he tenido que dejar ese sueño atrás. Odio las reglas absurdas, digo lo que pienso, no escondo nada. Mi vida es transparente no tengo secretos ni un pasado que ocultar.

—¿Qué piensa ahora, señorita McMillan?

Sonrío, veo que se interesa en lo que pienso responder y mi interior da brinquitos.

—Pienso que ha hecho las cosas al revés. Pregunta sobre mí después de haber tenido sexo conmigo sin conocerme. Creo que eso es un poco estúpido.

—¿Y quién le dice que no sé quién es usted? Sé lo suficiente, sé lo que quiero saber, pero sé que hay cosas que usted es la única que las puede contestar.

Sarcástica respondo:

—¿Como la marca y el color de las bragas que llevo puestas? ¿O la crema íntima que uso? Sí, lo entiendo, pero no le importa eso en lo absoluto.

—¿Por qué se toma la vida de forma sarcástica, McMillan?

Se me borra la sonrisa del rostro. Esa pregunta me la he hecho a mí misma tantas veces y jamás he encontrado una respuesta. Creo que trato de esconder el dolor en una actitud macarra y en contestaciones sarcásticas.

Flaqueo en mis emociones y respondo dolida.

—Sí, tomo la vida como en realidad es, lloraría cada mañana por ver que este día es peor que el de ayer y no logro nada para cambiar mi futuro. —Tomo un respiro, veo que internaliza lo que he dicho. «Aquí viene mi lengua rebelde»—. ¿Sabe también que pienso señor? Que usted se empeña en ser alguien que no es para esconder algo.

—No escondo nada señorita, no tendría por qué.

—¿Puedo hacerle una pregunta?

Asiente con la cabeza.

—¿Cuántos años tiene?

—Treinta y tres.

—Es raro, muy raro, ver a un hombre de su edad solo y sin familia. Bueno es que ninguna mujer en su sano juicio se fijaría en un señor tan amargado como usted.

—Es una elección que tomé, el estar solo. Eso no le importa ni a usted ni a nadie.

Arqueo una ceja.

—¿Así son todos los rusos?

—¿Así como?

—Amargados, inexpresivos y fríos.

—Ahora entiendo a lo que se refiere con no guardarse nada señorita, es demasiado sincera.

—¿Herí sentimientos?

Reposa su espalda en la silla ceñudo.

—No, señorita McMillan.

No escondo nada, tengo esa duda y muero por saber la respuesta. Es que no comprendo cual fue su empeño, habiendo tantas mujeres porque tuve que ser precisamente yo. Disparo mi pregunta a quemarropa, sin anestesia.

Tuya Por Una Noche© Nuevamente en wattpad!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora