La cena fue tranquila y logró distraer a Gustabo de toda la situación; no hay algo que unas buenas pastas no solucionen. Los insultos de Conway hacia los agentes por sus 'gilipolleces' hacían que el chico riera a carcajada limpia y le dieran ganas de volver a trabajar para ver a sus adorados compañeros, ya los echaba de menos.
Luego de eso, como había propuesto Jack, colocaron una película en la gran televisión de la habitación del superintendente, aunque... ya no estaba tan seguro de que aquel cuarto sea solo de él. A los pocos minutos de comenzar el filme, ambos cayeron dormidos uno encima de otro. (...)
—¡Greco! —Gustabo corrió hacia el comisario y lo abrazó con fuerza.
—¡Gustabo, hijo mio! —saludó con burla el de barba correspondiendo el abrazo.
—Que críos... —bufó Conway prendiendo un cigarro mientras se dirigía a su despacho del primer piso.
—¡Te extrañe, coño!
—¡Yo a ti, deja de estar en el hospital hombre, por favor!
Sin darse cuenta, ambos estaban gritando en el medio de vestíbulo mientras seguían abrazados; al caer en la cuenta de la situación, se separaron riendo.
—¿Quienes son los dos idiotas gritando? —preguntó Serjay saliendo de la oficina de planta baja.
—¡Sergayyyyy! —gritó Gustabo abalanzándose al subinspector.
—Joder, Gustabo, suelta —rió—. Y es Serjay.
—Mmm —hizo una mueca el menor—. Te pega más Sergay.
—Gilipollas —susurró rodando los ojos con una sonrisa.
—¡Estoy de vuelta, perras! —exclamó rubio extendiendo los brazos—. ¿Donde está mi gordo mamado? —preguntó haciendo referencia a Torrente—. ¿Y Leónidas? ¿E Ivanoff? Ah no, a ese lo veo todos los días.
—Ah pues muchas gracias —exclamó Alexander saliendo de la armería mientras acomodaba sus pistolas en el cinturón.
—Sabes que te quiero —se acercó a él a abrazarlo y este solo lo apartó.
—Vete eh eh eh~ —canturreó Ivanov haciendo un baile extraño.
—Joder, los eche de menos, en serio —habló Gustabo limpiando una lagrimas falsa.
—Venga, vamos a hacer 10-33 —rió Greco tomándolo por el brazo mientras lo sacaba de comisaría antes de que siga haciendo el ridículo.
Ambos subieron al zeta del chico de barba y comenzaron a ponerse alertas del GPS en busca de algún robo, venta de droga y tal. Ya saben, lo normal en aquella alocada ciudad.
—¿Que tal estos días sin mi, Greco? —preguntó el menor con burla.
—Bastante tranquilos, la verdad —sonrió cuando vio la mala cara de Gustabo—. Sabes que te eche de menos —confesó.
—Yo a ti, osito cariñosito —contestó sonriente mientras pellizcaba una mejilla del comisario haciendo que este riera.
—¿Sabéis que hay micrófonos y cámaras en los zetas? Putos anormales de mierda —la voz de Conway a través de la radio hizo carcajear al dúo.
—Despreocúpese, Conway —respondió Gustabo antes de colocar la ubicación de una alerta de robo de vehículo—. Acelere Greco, acelere.
—10-4 —Rodriguez pisó el acelerador en busca de atrapar al ladrón.
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gente dejen de pelearse en los comentarios jsksjskj es una historia family friendly, no hay porqué recurrir a los insultos porfis
por otro lado,, SOMOS 26K sjjshagshjsdgdgxbh lpm estoy emocionada. no puedo creerlo.
muchísimas gracias a TODXS por el apoyo tanto comentando, votando o simplemente leyendo la historia. no se dan una idea de lo feliz que me pone leer sus comentarios y ver que a tanta gente le guste lo que escribo,,
les mando muuuuchos muakis y hoy doble actualización corazones ;)✨
