Capítulo N° 59 | parte 2

En başından başla
                                    

Erica preparó café para mantenerse despierta, lo hizo fuerte justo por eso y se sentó en una banqueta alta de la isla de mármol para poder beber allí mientras meneaba sus hombros. El Loco tenía motivos para preocuparse por Fosa, pero ella esperaba que su presencia hiciera el cambio, que su ayuda sirviera lo suficiente para que volviera a ser el mismo malhumorado y temible Fosa de siempre. Cuando él ingresó en la cocina la encontró bebiendo café, por lo que él también se sirvió un poco.

—¿Vamos? —preguntó ella y apenas si dirigió su mirada hacia él.

Fosa terminó de beber el contenido de la taza, la cual lavó enseguida y entonces se alejó hacia el garage, esperando que ella lo siguiera. Erica solo tomó su teléfono y billetera antes de seguirlo, y allí lo vio tomar un bolso de un gran armario de metal contra la pared. Quitó la alarma de su auto y con su mano, en un movimiento educado, la invitó a subirse. Viajaron en silencio, sin música siquiera, y cada tanto se oía la voz al responder alguna llamada, pues su teléfono no dejaba de sonar y vibrar.

Cuando llegaron al lugar de trabajo se encontraron con diez cadáveres acribillados a balas, habían enfrentado a su jefe -el anciano de la funeraria- y todo terminó realmente mal. Ambos, con sus mamelucos ya puestos, sus guantes y mascarillas comenzaron a trabajar por separado. Erica no pudo evitar sonreír al ver que algunos debían sí o sí ser cortados, por ello cuando Fosa le pasó un hacha, ella se desabrochó el mameluco para atarlo en su cintura y poder tener más movilidad con sus brazos. Sus músculos se trabaron ante cada golpe, mientras que él la miraba trabajar con atención. El cuerpo de Erica era fuerte y ante cada hachazo sus músculos en los brazos se marcaban con fuerza.

Fosa la imitó, tomó la siguiente hacha y comenzó a separar los miembros en distintas partes con rápidos y fuertes movimientos que marcaban todos los músculos de sus brazos y espalda. Una vez ambos terminaron con ello se dedicaron a envolver las partes de la forma correcta para luego colocarlo en una bolsa resistente. Quitaron el plástico que habían colocado bajo los cuerpos y también lo guardaron en la bolsa, para luego solo dedicarse a envolver los cadáveres que estaban en mejor estado.

Mientras él trapeaba para quitar la sangre del suelo de mármol, Erica se dedicó a limpiar las superficies salpicadas en los muebles con una suave música de piano que ayudaba a que estuviesen tranquilos.

No supieron en realidad cuánto tardaron, pero habían finalizado muy rápido con todo el trabajo y transportaron los cuerpos hacia la camioneta del anciano de la morgue, ellos mismos se encargarían de llevarlo, pero la limpieza era algo que estaba fuera de su alcance. Esta vez Fosa no tuvo que pagarles por la cremación, pero sí recibieron su paga por el trabajo de limpieza, incluso les permitieron a ambos darse una ducha allí para quitarse la sangre en sus cuerpos.

Erica estaba segura de que eso la hacía quedar como un monstruo, y que no tenía derecho alguno a llamar de esa forma a otras personas, pues el trabajo de barrendera, desmembrar un cuerpo y limpiar la sangre de cada superficie, había logrado lo que el entrenamiento, un té de tilo o un abrazo no consiguieron: relajarla.

Se quedaron sentados en el auto en silencio antes de siquiera encenderlo, a ambos les había hecho bien trabajar, por ello Fosa dirigió su mirada hacia ella.

—Gracias, Bombita —dijo en un susurro—. Estuve... en el vacío un tiempo y creí que me quedaría ahí otra vez.

Erica se miró los nudillos de las manos, con cáscaras y lastimados por golpear sin parar la bolsa de boxeo, incluso tenía partes que comenzaban a ponerse moradas.

—Creo que también estuve en el vacío —susurró y dirigió su mirada hacia los ojos celeste grisáceo de él—. Me gustaría comer algo rico, puedo cocinar yo si no te molesta.

Mörder [ COMPLETA ]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin