Capítulo 9

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(No escuchen la canción todavía. ^^' Yo les aviso cuándo)

El clima se había aligerado más. Seguía nublado con posibilidades de lluvia, pero el cielo estaba más despejado, sin tantas nubes como antes. Aún no habían hecho acto de presencia los colores del crepúsculo, pero Edgar sabía que sería cuestión de tiempo. Su madre estaba en lo cierto. Estaban en la mitad oscura del año y los días se hacían más cortos.

Voy en camino. Edgar le envió el mensaje a su amigo al salir. Los sonidos del mundo exterior parecían más estridentes a esa hora. Claro, están regresando del trabajo, pensó al seleccionar una canción.

Caminó sin prisa pero sin pausa, repitiéndose constantemente que, sin importar lo que Mateo le dijera, debería controlar sus reacciones, algo que pocas veces conseguía. Era como si el cable que lo hacía consciente de sus expresiones y su manera de actuar bajo ciertos eventos estuviera jodido, o le faltara alguna pieza en el sistema nervioso. Literalmente, te falta un tornillo. Se rió de su propio chiste al cruzar la calle.

Al frente, una cuadra después, veía la tienda en donde se había visto con Mateo el día anterior, pero este aún no llegaba. Edgar se despreocupó y siguió caminando, prestando atención a sus pasos, con la vista fija en el suelo y solo levantándola cuando tenía que cruzar una calle.

Dio un vistazo a la tienda al llegar, pensando que a lo mejor Mateo podría estar adentro, pero no era el caso, aunque eso no evitó que entrara y se sentara en una de las mesas, la más lejana a la caja registradora. Tampoco había mucha gente que pudiera pasar por allí.

Esperó por un momento, revisando su teléfono por algún mensaje o llamada que no hubiese contestado, pero no había nada. Decidió ponerse a garabatear en la aplicación de notas de su celular mientras pasaba el tiempo, aunque no tuvo que esperar mucho.

-¡Hola! -Edgar levantó la cara para encontrarse con Mateo, que se veía apurado-. Perdona, es que mis padres... querían que... hiciera mierdas -dijo jadeando. Parecía haber venido corriendo.

-No pasa nada. -Edgar cerró el teléfono luego de guardar el dibujo, se levantó al ver que Mateo no se acercaba, y este a su vez salió de la tienda-. Entonces... vamos a la plaza, ¿no? -Miró a los lados, esperando ver algún indicio de en dónde podía estar, pero no dio con ninguno.

-Sí, es por aquí. -Mateo siguió caminando como si hubiese pasado de largo la tienda, y en la cuadra siguiente cruzó a la derecha.

Estuvieron en silencio mientras caminaban, durante unos cinco minutos, hasta que ambos llegaron a la plaza más verde que Edgar había visto. De forma cuadrada, estaba rodeada por arbustos y árboles frondosos que proporcionaban sombra suficiente para que un grupo grande pudiera sentarse debajo. En el medio, un obelisco blanco se alzaba rodeado por una fuente que estaba apagada. Seguramente la encenderían en las noches, pero Edgar dudaba seriamente de que fuese así.

El lugar se veía amplio por la cantidad de aceras y caminos, sin contar con las personas caminando y patinando, algunos incluso trotando. Había incluso algunas mesas de ventas informales, casi todas de artesanías y joyería hecha a mano. Edgar a veces quería comprarse algo, solo para apoyar a las personas que hacían lo posible por no robar o algo peor. Tenía un par de pulseras y una muñequera que apenas usaba, pero las compró al ver las caras de hambre que las ofrecían sonriendo. Eso era más fuerte que cualquier otra cosa.

Mateo atravesó unos arbustos, los cuales precedían a un árbol inmenso de hojas oscuras, tras las cuales apenas se filtraba la luz del sol. Tomó asiento, apoyando la espalda en el tronco, y Edgar lo imitó, apoyándose en piedra a su derecha.

A sus padres seguramente les gustaría estar allí, especialmente a Ángela. Era una eterna enamorada de los espacios abiertos, el jardín y las manualidades. Ese había sido uno de los requisitos indispensables que puso al momento de mudarse, una casa amplia y con jardín, o cerca de áreas verdes, y estaba negada a dar su brazo a torcer en cuanto a ello.

Alterno NervaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora