Allí estaba junto al jarrón. Un delicado sobre rojo. Lo tomó entusiasmada, y es que aunque siempre leía el mismo pasaje, saber que ese sentimiento hacia ella permanecía vivo le salpicaba su vida gris con tonos vivos y coloridos.

Ya sentada, recostó su espalda en la silla y abrió el sobre. Su mandíbula casi tocó el piso, tuvo que agudizar su mirada, releer una y otra vez para creer lo que allí decía. Esta vez la nota era distinta.

"Para completar las doce rosas, deberás recoger la última en persona. Te espero el 14, a las 8:30 p.m. en la entrada del teatro Dulio. Estaré con ella entre mis manos, así me reconocerás. Confírmame. Te ama. T."

Al pie del papel había un número de celular.

Cuando al fin pudo reaccionar agendó en su móvil aquellos dígitos. No tenía contacto de WhatsApp. Extrañada, nerviosa, ansiosa, repleta de miedo y hasta con un poco de taquicardia, Dalcira se dirigió al baño a mojar su rostro.

¿Verse?

Eso ya convertía el asunto en algo real, demasiado real.

Por más que se sintiera enamorada, no dejaba de ser una locura. Era bonito, como una ilusión, como una espera, como un cariño al alma... ¿Pero quería que eso pasara a otro plano?, ¿estaba preparada para ello?, ¿y si era alguien peligroso? Sacudió la cabeza negando, como si con ese simple gesto fuera a vaciar su mente de tantas preguntas.

Volvió al escritorio, releyendo la tarjeta, buscando algún rastro de ese misterioso hombre que ocupaba parte de su interior, aunque quisiera negarlo. Y es que hacía demasiado que las cosas con Ángel se habían enfriado, estaban distantes, casi ni hablaban ni se sentían, apenas y se miraban. El fuego se había extinguido hace demasiado tiempo. Ya no había pasión, era apenas una compañía rutinaria, costumbre y cariño por la cantidad de años compartidos y los hijos en común. Pero amor... ¿seguía habiendo amor?

Rebuscó en sus recuerdos lo que su marido despertó alguna vez en ella, evocando volver a sentirlo; no lo logró. ¿Sentiría él lo mismo? Quizás hasta tenía otra mujer y por esa razón, él se veía más alegre que ella. Una lágrima corrió por su mejilla y la secó sin darle importancia.

No pudo concentrarse en los papeles que tenía que revisar, toda su energía estaba en "T".

Tomó su celular y en un par de rápidos movimientos le escribió al extraño:

*Allí estaré. Dalcira.*

Pulsó la tecla de enviar.

Ya no había vuelta atrás.

Sorprendida por su actitud comenzó a mover la pierna izquierda en una clara señal de nerviosismo. Menos de dos minutos después, había obtenido una respuesta. Era tan solo una palabra:

*Gracias.*

Volvió a la computadora y se dispuso a tratar de sacar algo de su trabajo adelante.

Apenas pasaban las tres de la tarde cuando el celular de Dalcira sonó, era un número desconocido.

¿Aló? preguntó.

Buenas tardes, ¿la señora Dalcira Méndez?

Sí, ella habla.

Le estamos llamando del hospital Azia. El señor Ángel Ruiz sufrió un accidente y se encuentra ingresado en nuestra institución.

¿¡Cómo!? exclamó.

Le rogamos se presente lo antes posible para rellenar los formularios y poder seguir con los procedimientos que el señor Ruiz requiere.

Cupido me ha dado fuerte ©Where stories live. Discover now