Capitulo 36

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—Tienes hasta hoy a media noche princesita—exclamó con un tono amargo a lo que lanzó su cigarro al suelo apagándolo con la planta de su zapato de charol para luego salir por la puerta guiñándome un ojo, como si nada el muy gilipollas.

—¿Como se donde encontrarte?—le grité antes de que se marchara con el arma tiritando en mis brazos.

—Solo lo sabras, nena.—escuché a lo lejos junto a una carcajada ácida dejándome pasmada ante aquella situación.

Todavía con la pistola en mis manos, pasaron cinco minutos siendo incapaz de mover ni un puto pie de donde estaba. Cuando volví a la realidad salí nuevamente yéndome hacia el ascensor pero unos quejidos me distrajeron.

—¡Joder! ¡George!—quede pasmada al inclinarme a una habitación donde provenía el ruido viendo a George tirado en el suelo con un golpe grave en la cabeza.

—Señorita debe irse ahora de el país...—me susurró como pudo debido al aquel tajo que tenía en su cabeza.

—¿De que hablas? Tengo que llevarte al hospital con Matt...—recordé confundida ante sus declaraciones, sintiendo un pinchazo en mi pecho al mencionar las palabras hospital y Matt, mala combinación.

—Bianca... El señor Ferrare ordenó minuciosamente, que si llegaba a correr peligro por su hermano, lo dejara acá y que se fuera de el país...—dijo acomodándose—Con las niñas igualmente...

—Re esta loco... Es un imbecil.—espeté pasándome mi mano por mi frente sudada, un sudor frío y helado que me recorría por el cuerpo.—¿Estás bien?

—Si... ya he llamado a más de mi gente...

—Genial.—conseguí decir en cuanto retrocedí lentamente y me fui corriendo antes de que me detuviera nuevamente, por orden del jefecito.

—¡NO SE VAYA!—escuche a lo lejos pero seguí con mi objetivo en ir a buscar a Re. Si el corría peligro, yo también.

***

Iba a toda velocidad, no me importaba estrellarme y matarme en el camino, solo quería llegar donde estaba Matt. Apreté el acelerador como si fuera una bomba sin seguro, donde si la soltaba iría a explotar, por lo que llegue mucho antes de lo planeado.

Bajándome de el automóvil apure el paso viendo a todos los lados como paranoica, debido a la intervención que me hizo ese hijo de puta antes.

Abriendo las pesadas puertas de la clínica me revise si tenía bien puesta el arma en mi pantalón para después ingresar e ir al buscador donde saldría la habitación donde se encontraba Re.

—Joder Matt... ¿que puta mierda pasa por tu cabeza al pensar que me iba?—escupí sin más entrando al ver a Re recostado con unas vendas en su hombro izquierdo. Se le veían sus ojos rojos y en una reacción me lancé a sus labios cuidadosamente, para no pasar a llevar sus heridas. Su boca se encontró con la mia dulcemente, dejándome sin recuerdos de todo lo sucedido, casi haciéndome olvidar de todo lo malo porque el estaba ahí.

—Se me había olvidado lo desobediente que eres...—susurró separándose y enseguida me inundó la preocupación al saber que agentes de su hermano estaban rondando el sector.—¿estás bien? Estás que te desmayas.

—Matthew... están acá—musite mientras cerraba las cortinas de la habitación sentándome ligeramente junto a el tomándole su mano.—Te juro... te juro que si me asustas así otra vez yo misma te mataré con mis manos.

—Ya paso, amor.—susurró acariciándome con su dedo pulgar cuando cayó en cuenta de lo otro dicho por mi.—¿Como que estan acá? ¿Quien mierda esta acá?.

Por favor cae a mis pies ... © (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora