Holiwi, quería agradeceros la recepción tan bonita que me dieron por la primera parte de este pequeño fic. ¡Aquí tenéis la segunda! Corresponde al día dos, Películas, y tres, Inspírate en una canción, la cual os he dejado en el enlace externo. Es bastante más largo que el anterior pero espero que os guste UwU.Aviso: todo lo que contenta WoH está conectado, esta parte habla sobre Kageyama y Hinata durante el segundo curso por lo que es anterior a la primera. Además contiene spoilers del manga, así que cuidadín. Va sin betear, pero con mucho cariño.
Nota adicional: a mi sobrina postiza, LeoriHNB, no sé si te he etiquetado bien porque soy algo boomer con Wattpad, pero te debía un regalito sobre la trama actual de HQ y aquí esta.
Sin más dilación: ¡A leer, cucurucho!
I think I was blind before I met you
And I don't know where I am, I don't know where I've been
But I know where I want to go♡
Natsu dibujó su primera obra de arte a los dos años y medio. Cogió el bolígrafo que su madre suele colocar en una mesilla del salón, donde está el teléfono y un pack de post-it amarillos, se tiró a la pared casi de cabeza y empuñó su nuevo juguete como si fuera Kira en Death Note. Se llevaron una buena bronca, un cuarto de hora más tarde, pero la carretera desigual y azulina que se estampaba en el pálido lienzo había quedado decente. Bueno, vale, llamarlo obra de arte quizás sea un eufemismo pero para Hinata todo lo que logra por sí sola es alucinante. Superlativo. (Dicen que el amor es ciego y él lo confirma). Ni su madre ni su padre tuvieron que enseñarle lo que significaba ser "hermano", había venido programado así de fábrica, sabiendo que en algún momento nacería otra persona cuyos triunfos sabrían mejor que los suyos.
Un día, su hermana trajo de clase un garabato bastante curioso. La tarea consistía en plasmar a tamaño A4 el concepto "hogar" y en vez de diseñar la típica casa que cualquier niño de primaria haría se dedicó a poner objetos salpicados a lo largo del papel. La maleta verde de su padre, que era lo último que se veía al pasar el control del aeropuerto, de camino a una expedición, y lo primero que guardaba al volver del viaje. El delantal de su madre, con margaritas, rosas y regaderas zurcidas entorno a la barriga, y muchas galletas salpicadas de virutas de chocolate. Un sofá mostaza en forma de L. Unas deportivas desteñidas y un balón de voleibol. La ventana que da al huerto. Coleteros y trenzas. Los hilos de los cuales penden la ropa empapada en suavizante, tras hacer la colada.
Su familia puede resumirse en ese caleidoscopio lleno de formas que no terminan de encajar muy bien, pintada de colores chillones y pasteles almidonados. Entras por la puerta y la historia de cuatro personas te golpea aunque no quieras.
De niño, a Hinata le gustaba pensar que todas las demás casas eran iguales. Pequeños universos alternativos de los que brotaban recuerdos si rascabas el polvo bajo algún objeto. Y en parte, era cierto. La de Izumi siempre olía a incienso, porque su padre creía fervientemente que alejaba los malos espíritus, una costumbre heredada de su abuela, y en la de Kouji las paredes describían el crecimiento que había tenido él y sus otros tres hermanos. Pequeñas rayitas, unas pegadas junto a las otras.
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War of Hearts
Fanfiction"Hay personas capaces de reducir el universo a una mirada. Te atrapa, como si fuera una trampa, y te deja inerme. Sin posibilidad de escapar. -Te he ganado -anuncia Hinata, con retintín. Las manos cruzadas a su espalda y la cara inclinada, inocentó...