La nueva vida

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-¡Alexandra date prisa! ¿Quieres llegar tarde a la entrevista?

Miré el móvil. Faltaban dos horas para la entrevista y Carlos ya me estaba molestando.

-¡Que ya estoy casi preparada! ¡Deja de gritarme, parece que vivimos en un palacio para que no vengas a decírmelo a mi habitación!

-¿Y verte desnuda, depravada? ¡Paso!

Me miré en el espejo. Carlos me había dicho que debía llevar ropa formal para dar una buena primera impresión, asique me puse unos pantalones negros junto a una camisa blanca. Algo simple pero formal. Odiaba llevar tacones, por lo que me decanté por un calzado plano.

-¿No irás con eso, verdad?

De repente una cabeza se asomó por la puerta.

-¡Carlos! ¡Quieres matarme de un susto! –le dije con enfado.

Carlos llevaba siendo mi compañero de piso solo un mes, pero era mi mejor amigo de toda la vida. Nos criamos juntos en el pueblo. Él me saca un par de años, por lo que se fue del pueblo antes que yo. Teníamos claro que cuando acabara mis estudios allí íbamos a vivir juntos. En ocasiones es un poco agobiante, pero no le puedo querer más.

-Tú si que me vas a matar a mí llevando esos zapatos y esos pelos. Ponte ahora mismo un taconazo de los tuyos.

-Sabes que odio llevar tacones.

-El sábado pasado para salir de fiesta no te quejabas tanto.

-Estaba yo como para quejarme, después de las seis copas que nos bebimos.

-Deja las excusas y ponte los tacones negros.

Saqué unos tacones negros de esparto del armario.

-¡Pero esos no! Ay de verdad, cada vez que haces cosas así me matas. –se agachó y sacó unos tacones negros de aguja con pequeños detalles blancos- y ves a alisarte el pelo. Si bien se yo que te tengo que avisar dos horas antes.- dijo demasiado deprisa como para entenderle bien.

Yo no tenía el pelo rizado, pero tampoco liso. Era una extraña mezcla entre liso-ondulado-rizado que odiaba, por lo que siempre iba con moño o coleta. Odiaba mi pelo suelto a no ser que me lo alisara, entonces amaba tener mi pelo suelto hasta algo más por debajo de la cintura.

Cuando faltaba algo más de una hora para la entrevista ya estaba preparada para salir. Salí de mi dormitorio y fui hacia el salón. Allí encontré a un relajado Carlos viendo la televisión.

Mi mejor amigo era un chico muy extrovertido. Si te tenía que decir algo, lo haría. Por fuera intimidaba, y es normal: mide cerca de dos metros, se ejercita mucho por lo que está muy en forma. Su piel es bastante morena y su pelo es negro y algo largo.

-Venga Ale vete, vas a terminar llegando tarde- me dijo sin ni siquiera mirarme.

-Estoy muy nerviosa. Necesito un poco de ron. No, ginebra. No, vodka. Ay, no sé lo que necesito.

-Necesitas calmarte. No pierdas los nervios, porque si notan que estás nerviosa posiblemente termin...¡Hostia Ale, que son las 10!

-¡QUÉ! ¡NO!

-¡JODER QUE SÍ! ¡COÑO, CORRE!

Fui corriendo a mi habitación. "Maquillaje bien. Ropa bien. Zapatos para matarme por el camino, perfectos". Cogí el bolso y salí corriendo de la casa, no sin antes gritarle un te quiero a Carlos.

Por suerte para mí, la oficina a la que debía asistir estaba a tan solo unos 5 minutos en coche. Pero yo no tenía coche. Solía cogérselo a Carlos, pero dejó de dejármelo cuando un día tuve un "pequeño" accidente en el que, básicamente, lo destrocé. Por lo que tenía que correr con todas mis fuerzas para llegar a tiempo a la entrevista. Fui esquivando gente, gritando "lo siento" y casi cayéndome por los tacones todo el trayecto. Pero gracias a todo esto, a las 10:10 me encontraba en aquella oficina.

Yo, tú, ella.Where stories live. Discover now