Capítulo 61: "Esa maldita noche"

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Jude:

Nunca he sido la favorita de nadie, supongo que por eso me sentí tan especial cuando él postró sus ojos en mí. De pequeña era invisible y no me molestaba, a veces eso es mucho mejor que llamar la atención. Mamá solía decirme que era hermosa, que estaba destinada a ser alguien diferente, supongo que no se equivocaba.

- ¿Qué es lo que te hizo? ¿Qué ocurrió aquella noche? -Cuestiona el agente que tengo delante. -Puedes contarmelo, puedo ayudarte Judith.

Permanezco en silencio y cabizbaja. No voy a hablar con nadie, ni siquiera se que hace aquí este hombre.

-Estoy aquí para ayudarte.

-¿No se supone que he de permanecer aislada? -Inquiero.

El hombre suspira,es un suspiro largo y exagerado. Con el tiempo he aprendido a distinguir a las personas que aparentan bondad, fingen empatizar con el enfermo y tratan de transmitirle seguridad.

- Judith, él nunca sabrá que hemos hablado, he pedido que apaguen toda clase de aparatos.

Bufo internamente. Llevo aquí nueve semanas y parecen veinte eras. Estoy completamente dopada de toda clase de medicamentos, supongo que por la experiencia ya no me hacen el mismo efecto.

- Porfavor.

- ¿Sabe lo que pasa cuando un ciego juzga a otro?

Alzo la cabeza al preguntar. A pesar se no verlo eso no impide que mis expresiones sean las mismas.

- ¿Disculpa?

- Pierde el tiempo. -Chasqueo la lengua negando. - Quiero volver a mi cuarto.

-Está bien. -Finaliza.

Ya en la habitación me gustaría decir que la oscuridad me reconforta, sin embargo últimamente no salgo de ella, nunca saldré. En cuanto la puerta se cierra suspiro cansada. Me pongo en pie y cruzo el estrecho espacio entre la cama y el armario, palpando la pared hasta encontrar la diminuta ventana. Es un tercer piso y esta muy estrecha, por no hablar de los barrotes que a penas dejan espacio. El cristal es gordo y de algún material irrompible. Tiro de la manilla para abrirla y suspiro cuando algo de aire azota mi rostro.

Me apoyo en el minúsculo alféizar disfrutando de la calma exterior. Ha estado lloviendo y el olor a asfalto mojado me lleva a momentos de antaño, épocas en las que era mínimamente feliz y no supe apreciarlo.

Por otro lado el presentimiento de una catástrofe a punto de arrasar con todo no disminuye, y por alguna razón no dejo de pensar en Casian. El recuerdo de la noche en que todo comenzó,la noche en que lo busqué en las redes, la condenada noche que lo reté en aquella calle oscura.

"¿De dónde ha salido? ¿Por qué me drogó? ¿Por qué siento que tengo la respuesta delante de mis narices y no soy capaz de verlo?"

He tenido mucho tiempo para pensar, para acomodar cada pieza en su sitio, y aún que el rompecabezas sigue incompleto ya tengo la respuesta a aquellas preguntas. Una noche hace semanas como si de un sueño se tratase, un recuerdo acudió a mi mente.

" -¡No vas a irte! ¡¿Me escuchas?! ¡No vas a dejarme nunca!

Alexander golpeaba todo a su paso. Una vez me dijeron que esos golpes realmente iban para mí, que algún día perdería el control. Lo cierto es que Alexander nunca me puso un dedo encima, pero para no maltratarme a mí lo pagaba con otros, con inocentes.

-¡Cállate! ¡Bastardo hijo de puta, no puedes tenerme prisionera!

-¡¿Prisionera?! -Su carcajada fue sonora, sarcástica. -¡No parecías una prisionera disfrutando de todos los lujos!

Alerta Casian [Libro 1] YA A LA VENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora