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  Edward se levantó muy temprano, más bien lo levanto un montón de ruido.
 
  ¡Joder! Pensó

  El día estaba bueno para ser perezoso, ¡Y pensar que estaba a mitad de semana!

  Se coloco la almohada en las orejas al escuchar a su hermano tocar una hoya con una cuchara.

  Dos palabras: esta muerto.

-¡Levántate hermanito!- canta Chaz. 

  ¿Qué mierda?

-¡Cállate maldito!-grita, como le gustaba fastidiar a su hermano- ¡Maldición! ¡¿Chaz quieres dejar eso?!- su hermano no le hizo caso, incluso, toco la hoya justo en su oreja- ¡Maldito desgraciado!- le tiro con su almohada, mientras Chaz reía a carcajadas.

  La noche anterior se había llevado mucho trabajo a casa, de el cual no hizo nada. Decidió tomarse unas copas con su hermano, en su departamento, tranquilos, no se emborracharon pero aún así, el líquido hizo un poco de efecto. Además no pudo sacarse de la mente a esa mujer de acento raro e hizo algo que jamás pensó que volvería a hacer. Investigar como si fuese el jodido FBI. Por tal razón no había casi dormido por la poca pero suficiente información que recibio.

  Chaz se lanzó a la cama o más bien encima de Edward.

-Te odio- susurro tan bajo que Chaz no lo escucho.

-Si despegaras la cara de la almohada te entendería- canturreo en su oído.

  Es que no tenía algo mejor que hacer.

-Déjame- se volteó al otro lado, dándole la espalda

-¡Oh vamos! Ya casi termina la semana, levántate, ponte ese traje que tanto te gusta y pon a funcionar la empresa-

   Edward odiaba usar trajes porque le daba mucha calor y le incomodaban, pero los usaba para dar una buena imagen. Si fuera por el iría en pelotas a trabajar. 

  Con un gran suspiro se levantó quedando en forma de indio. Sus ojos rojos y entrecerrados demostraban lo muy cansado que estaba. Miro su reloj y por un minuto, se le cruzo por la cabeza, coger a su hermano, desmembrarlo, meterlo en una caja, envolverlo con papel de regalo y enviarlo a Plutón.

-¡Que mierda Chaz, son las 4:30 de la mañana!, declárate muerto- refunfuño

-No seas quejón- su buen humor molestaba a Edward

-¿¡Que no sea quejón!?, no tengo que entrar hasta las nueve- dijo entre dientes. Chaz no aguantaba la risa, a Edward no le gustaba madrugar. Tomo su almohada, su frisa y se metió a la cama, ignorando a su hermano.

*

 
  Ya no le dolía la cabeza, pero aun así, sus ojos le pesaban y el dolor en la espalda seguía presente. Pensar que en el día tendría varias juntas, muchos más informes esperando en su escritorio, hacía que el dolor de cabeza volviera con más intensidad.

  En la junta, su padre e incluso Imalay, tuvieron que darle unas pataditas debajo de la mesa para poder despertarlo. Se le cerraban los ojos por sí solos, sin poder controlarlo. La chica solo anotaba lo que Chaz decía, ya que su jefe ni siquiera sabía de lo que hablaban y estaba segura que luego le pediría nota de lo que habían hablado.

-Hermanito, hiciste el ridículo en la junta, creo que todos se dieron cuanta de que estabas dormido- dijo Chaz con cierto aire de humor.

  Estaban saliendo de la reunión y no tenía muy bien humor, para variar su hermano no ayudaba en nada.

  Chaz camino, sentándose en su silla, por lo tanto Edward se sentó en la silla de invitados.

Déjate Amar(Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora