Capítulo 45: Besos robados

2K 114 41
                                    

Antes de que pudiera reaccionar Yezca me tomó del brazo bruscamente gritándome que me levantara y una vez que medio quedé de pie él comenzó a jalarme obligándome a caminar por el pasillo de aquel edificio.

Traté de salir de su agarre pero era inútil, él era muy fuerte.

—¡Doménico!—grité pidiendo ayuda mientras jalaba mi brazo para liberarme.

—Cállate o te irá peor—contestó Yezca sin ceder con su agarre.

—¡Lucy!—grité lo más fuerte que pude, realmente estaba desesperada.

Yezca al escuchar el nombre de su hermana saliendo de mis labios soltó una sonora carcajada que hizo eco en todo el pasillo.

—Amor, amor, amor. ¿Quién crees que me dio permiso de hacer esto?—dijo él con una voz suave y parando por un momento para contemplar mi horrorizado rostro.

—¿Q…Qué?—pregunté con una voz quebrada y temblorosa.

—Lo que oíste amor, ahora mismo aquel idiota ha de estar buscándote y Lucy lo estará llevando por algún lugar alegando que te vio entrar por las puertas de otro edificio—dijo él mientras tocaba mi cara, no de una forma tierna. Si no como anunciando lo que planea hacer.

—Pero…pero…—iba a continuar pero él comenzó a jalarme de nuevo sin dar más explicaciones.

Cuando íbamos pasando por una puerta verde me di cuenta que este lugar jamás lo había visto, es más dudaba que fuera un lugar donde hubiera personas. Podría ser que fuera un edificio en construcción o algo así. Eso hizo que me asustara más y perdiera la esperanza de que Doménico me encontrara de alguna forma.

Ante este pensamiento yo continué forcejeando y tratando de alejarme de Yezca pero el maldito ni siquiera parecía batallar conmigo, era como si estuviera llevando una simple muñeca a rastras. Entre más trataba de que me soltara él apretaba más mi muñeca, haciéndome sentir como si mis huesos estuvieran siendo molidos o hechos polvo.

Mientras me concentraba en el dolor de mi muñeca él sin ningún aviso me empujo contra la pared y tomó mi cuello, inicialmente yo pensé que era para asfixiarme pero en lugar de eso él me besó.

Desesperadamente traté de salir del beso pero su cara seguía a la mía hacia donde fuera que tratara de ir para escapar de aquel beso robado.

Cuando por fin separó su cara de la mía quedé muda, no sabía si gritar, llorar o algo así. Solamente pensaba en que ahora de verdad  estaba en problemas y tenía que salir a como diera lugar esa situación.

Traté de darle golpes con mi mano libre para que me soltara pero él se detuvo para tomar ambas manos mías en un fiero agarre que hacía que sus uñas se clavaran en mi piel sacando un poco de sangre y dejando marcas.

Después de mucho tratar de zafarme comencé a sentir que él caminaba más lento, con eso estaba segura que pronto llegaríamos hasta donde él quería. Sin ninguna mejor idea terminé mordiendo su mano con todas mis fuerzas, él inmediatamente me soltó para ver la herida que le acababa de hacer y yo comencé a correr a través del pasillo.

Al ir corriendo pude contemplar que no recordaba del camino, hasta que vislumbré aquella puerta verde que hacía que todo el camino se volviera claro para mí y sabía exactamente por dónde ir para llegar a la salida de este lugar.

Mientras trataba de seguir vi como Yezca caminaba tranquilo detrás de mí, de hecho no parecía que temiera que escapara. Pero ya que no estaba en una situación favorable seguí corriendo sin preguntarle nada y quedándome con todas mis dudas.

Ya cuando llegué final del “infinito” pasillo pude ver la puerta por la cual había entrado después de ver a Doménico y Bianca besarse.

Cuando llegué empujé la puerta pero ésta no se movía de su lugar, comencé a jalar, darle golpes, gritar y hasta rogarle que se abriera pero nada sucedió y para colmo Yezca cada vez se acercaba más con una sonrisa triunfante.

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora