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Yoongi

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Yoongi

Corría lo más que podía con mis cortas piernas, de verdad que no me gustaba correr, tampoco entendía que hacía dentro del equipo de basketball, peor aún, como capitán.

Un profesor me pidió sacar fotocopias para todos mis compañeros y yo como buen alumno no le pude decir que no. ¡Pero nunca pensé que serían tantas hojas! ¡Me tomó media hora! Por eso, ahora me encuentro corriendo por los pasillos con miles de fotocopias en manos.

Como soy el Alfa con más mala suerte en este instituto, tuvo que pasar algo, ¿no?

Al girar por el pasillo quise frenar pero pasé de largo y mi pequeño pero fuerte cuerpo limpió el suelo, las fotocopias por todos lados y yo con un gran dolor de espalda. Entre quejidos me levanté dispuesto a agarrar todas las hojas, ¡el profesor va a regañarme y reírse en mi rostro!

Les cuento mi historia de vida, no es tan complicada o bueno... sí lo es. Desde que nací tengo a mi mejor amiga, la mala suerte, y me suceden un millón de cosas, hay veces en las que resulto lastimado e incluso los de enfermería ya me reconocen y siempre están expectantes a lo que pase. Pero no pasa nada, ya me acostumbré a esto.

Entre maldiciones comencé a levantar las fotocopias, los demás estudiantes solo se reían o pasaban de largo.

—Son todos unos inútiles, ni ayudar saben. —murmuré formando un puchero intentando que nadie me escuchara.

—No todos.

Era la voz más dulce que escuché en mi miserable vida, dulce como la miel y suave como una pluma me acarició los oídos.

Un aroma a vainilla, galletas recién horneadas y flores frescas azotó contra mi nariz, enterrándose en lo más profundo de mí.

Omega.

No quise levantar la mirada, pero lo hice.

¡Es un ángel!

Tiene un rostro precioso con unos cachetes hermosos que me incitaban a besar sin descanso alguno, sus labios gruesos y seguramente esponjosos, afortunado sea quien los acaricie, que en este momento me sonreía, unos ojos pequeños y llenos de un brillo inocente pero que en el fondo se escondía lo prohibido, y una nariz de botón. ¿Acaso había alguna imperfección en él? Porque si es así déjenme decirles que no la encuentro.

Es el ser más hermoso que vi y mi corazón latiendo como el aleteo de un picaflor lo demostraba.

¿Ya dije que es hermoso?

Los movimientos de sus manos llamaron mi atención, eran pequeñísimas y demasiado tiernas mientras tomaba las fotocopias. Quería, no. Necesitaba tomarlas.

¡Diablos! ¡Las fotocopias! ¡El profesor! ¡La hora!

Rápidamente comencé a tomar todas las fotocopias desparramadas sin importarme el orden, estaba muy nervioso y no solo era por la hora, sino que era a causa del hermoso Omega que se encontraba frente a mí ayudándome.

—Déjame ayudarte a acomodarlas, no creo que quieras entregarlas así, ¿o sí?

—Son muchas fotocopias. —susurré tímido.

—Tú me dices el orden y yo las acomodo.

Así logramos acomodarlas, fue rápido y fácil gracias a su ayuda.

Me levanté del suelo con las fotocopias en orden y asegurándolas entre mis brazos, tenía miedo de que se me escaparan pero ahora en otra situación que no sea a la de limpiar el pasillo con mi cuerpo.

Al menos el portero no tendrá que limpiar esa parte del pasillo, le avisaré que lo hice por él.

—¿Cómo te llamas?

—Min Yoongi, soy mayor que tú. —informé al ver en la camisa del uniforme con el símbolo del instituto y un tres debajo dejando ver que era de tercer año.

Él se sobresaltó sorprendido y haciendo una reverencia.

—¡Lo siento, hyung! ¡No me había dado cuenta de su uniforme!

—No importa, puedes llamarme Yoongi hyung. —le resté importancia aunque estaba ansioso por escucharlo llamarme así.

—Está bien, Yoongi hyung. —se reincorporó sonriendo, sus mejillas se abultaron y sus ojitos se hicieron pequeños tomando forma de medialunas, mi corazón se aceleró de nuevo. —Uh, creo que debería de llevarlas.

Señaló las fotocopias en mis manos, grité al darme cuenta y comencé a correr en dirección al salón, sin pensar que podrían caerse de mis manos por otro accidente al que ya estaba acostumbrado.

—¡Gracias, ángel!

Lo escuché decir algo pero no le di importancia y seguí con mi camino.

¡Hoy sí fue un gran día! Logré conocer a un bonito Omega gracias a mi mala suerte, no me arrepiento de esto.

Voy a cortejarlo.

Él será mi Omega, no importa cómo.

¡Y no me importa nada! ¡Ni siquiera mi mala suerte!

Choqué contra la puerta del salón la cual estaba cerrada, grité enojado sobando mi frente. Por suerte no se me cayeron las fotocopias.

Como dije, ya estoy acostumbrado a vivir con la mala suerte.

Como dije, ya estoy acostumbrado a vivir con la mala suerte

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¿Cómo cortejar a un Omega? Por YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora