Eddie y Daren eran hermanos mellizos. El castaño era el mayor, por sólo un minuto de diferencia. Ellos no eran esos típicos mellizos codepentientes, eran como dos hermanos normales. Tenían su propia habitación y grupo de amigos, además de actividades extracurriculares. Para algunos eventos, Daren no iba sin Eddie, pero esto era más por pedido de sus padres.
Aún así, Daren era la mejor amiga de Eddie, a pesar de que este no lo demostraba delante de la gente. Su hermana era su mejor amiga, era con quién Eddie compartía sus más profundos miedos y secretos, y a su vez también era quién más lo entendía. Y quién mejor lo conocía en el mundo.
Pero aún así, Eddie tenía un pequeño secreto que guardaba solo para sí mismo. Ni si quiera Daren lo sabía.
O eso creía.
—¡Eds!—dice la castaña, por décima vez, mirando hacia su hermano y lanzándole un almohadón a la espalda.
Eddie sabía que Daren estaba detrás suyo, lo supo desde el momento en que ella había entrado a su habitación. Pero el no había despegado su vista del juego que estaba jugando, porque no podía perder.
—Estoy ocupado, Daren. ¿Qué quieres?—pregunta Eddie sin girar a mirarle, al escuchar como ella se quejaba a sus espaldas.
—Al fin—exclama ella, entusiasmada—Quería saber si ibas a ir al baile de invierno de la escuela.
El castaño frunce el ceño—¿Por qué?
—Sabes que sin ti no me dejarán ir—responde Daren, jugando con su largo cabello castaño, restándole importancia.
Eddie pausa el juego para girar a verla.
—No me gustan esas cosas—responde el, mirándola.
Daren rápidamente se queja—Por favor, Eds. En serio, en serio, quiero ir. Todas mis amigas iran.
—¿Quieres ir mientras todas tus amigas tienen pareja para el baile? A la larga, te dejarán colgada—refuta Eddie, burlándose.
—Es que...—Daren para de hablar y hace una mueca, como si estuviera pensando dos veces antes de seguir hablando.
Eddie frunce el ceño ante esto. Su hermana nunca dudaba en decirle las cosas. Claro, las cosas que ella quería que Eddie sepa. Pero esta vez, lucía diferente.
—¿Es que, qué?—dice Eddie, insitándola a seguir.
—Esta bien, te lo diré, pero debes prometerme que no le dirás a nadie. En especial a los raros que tienes de amigos. Todavía tengo que ver cómo decírselo a mis amigas—murmura Daren, haciendo gestos en señal de nerviosismo con las manos.
Tampoco está de más aclarar. Eddie y su grupo eran en la escuela conocidos por llamarse "los perdedores". En cambio, Daren era uno de los grupos populares. Ambos iban al mismo año pero en diferente curso, así lo habían pedido.
—Ya, dímelo—dice Eddie, tratando de luciar tranquilo para que su hermana se sienta segura.
—Richie es mi pareja para el baile.
La risa de Eddie no tarda en retumbar en la habitación. Esta era, de lejos, la mejor broma que Daren le había hecho.
—Si te refieres al Richie de mi grupo, es una broma muy buena, Daren. Superaste todas las que hiciste—decía Eddie, aún riendo.
Daren niega lentamente—Uno, el es el único Richie que conozco y dos, no es una broma.
Eddie paro de reír al escucharla, frunce su ceño y gira a mirarla.
—¿Q-Qué?—pregunta Eddie, mirándola.
—Llevamos hablando por semanas, a escondidas de mis amigas y de ustedes. Aún no sé cuándo comencé a verlo con otros ojos, cuando dejó de ser Richie Tozier el asqueroso amigo de mi hermano. Pero, creo que me gusta mucho y veo que yo a el también, por eso me invito—decía Daren, sonriendo de lado—Quería que te enterarás por mí, para que no te enojes conmigo y pienses que me metí con tu amigo sin decírtelo.
