DÍA 24 - Martes 7 de abril (2)

358 55 37
                                    


—Me alegra verte.

—¿En serio? —pregunto sin darme cuenta.

Christian pestañea un par de veces, confuso.

—Claro.

—A mí también me alegra —me apresuro a añadir, y entonces sonríe.

¿Por qué tiene una sonrisa tan bonita?

¿Y por qué tenemos que estar a dos metros de distancia?

—¿Vamos?

Asiento con la cabeza y comienzo a caminar a su ritmo, siempre manteniendo la distancia de seguridad. Aquiles y Kirtash forcejean un poco para conocerse, pero no les permitimos que se acerquen más que nosotros. Por suerte, acaban desistiendo al darse cuenta de que no lo van a conseguir.

—¿Cómo llevas la cuarentena? —me atrevo a preguntar tras unos minutos de silencio.

—Bueno, ahí vamos. Tirando. —Me doy cuenta de que es la misma palabra que había utilizado antes—. ¿Y tú qué?

Me doy cuenta de que no quiere hablar del tema, así que no insisto.

—Bueno, supongo que un poco igual. Un poco harto de todo.

—Ya, te entiendo —responde, asintiendo con la cabeza—. Si es que estamos todos igual.

—Pues sí.

—Pero bueno, al menos nos hemos conocido, ¿no? Ya podemos sacar algo bueno de esto.

El corazón me da un vuelco al oír sus palabras.

¿Qué coño se supone que tengo que responderle a esto?

—Eh... pues sí, la verdad. —Sus palabras del otro día acuden a mi cabeza—. Yo también tengo ganas de conocerte, ¿eh?

Se echa a reír.

—Sí, reconozco que fue un poco raro soltarte eso así de pronto. ¿Lo dices de verdad?

Frunzo el ceño, extrañado por la pregunta.

—Sí, claro.

—Pensaba que pasabas de mí —responde, encogiéndose de hombros.

—¿Qué? ¡Pero si eras tú el que pasaba de mí!

—¡No es verdad! Si nunca me hablabas.

Vale, ahora sí que estoy flipando. ¿Que nunca le...?

—¡Pero si cuando te di mi número tardaste tres días en hablarme! —le recuerdo.

—Ay. Eso... —responde avergonzado.

—¿Eso? ¿Cómo que «eso»?

—A ver, sé que no te lo vas a creer, pero es que guardé mal tu número. Te mandé un mensaje con un selfie y me contestó una señora indignada. Por eso no te pude hablar hasta que tú no lo hiciste.

Vamos, no me jodas...

—¿Y por qué no me lo dijiste cuando te hablé? Pensaba que pasabas de mí.

—Pues... es que me daba vergüenza —admite—. No quería que pensaras que soy gilipollas.

Vamos, no me jodas. O sea, que no solo ha sido todo un malentendido... sino que encima hay una señora random con una foto suya que me pertenece a mí.

—Pues yo pensaba que pasabas de mi culo.

Se detiene para mirarme directamente a los ojos.

—Créeme, no paso en absoluto de tu culo.

Y, sin más, continúa caminando, como si no me acabara de dejar de piedra.

En algunas partes de mi cuerpo, casi de forma literal.

¿Qué cojones le digo yo ahora?

Por suerte, Aquiles escoge ese momento para orinar en un árbol, así que tengo la excusa perfecta para quedarme inmóvil. Y, por suerte, Christian me está dando la espalda, así que no puede ver el rojo intenso de mis mejillas.

—Todavía no me has dicho por qué pasabas de mí después de que te hablara.

—Oye, que tú tampoco me hablabas da mí.

Cierto.

—Ya, pero algo te pasaba, ¿no?

—Sí, bueno. Hay días en los que no me apetece hablar con nadie —confiesa con voz débil—. Lo siento.

—No pasa nada.

La verdad es que, aunque en su momento me molestara no saber nada de él, no puedo quejarme ahora que me lo está contando con esa voz.

—Bueno... mejor me voy subiendo ya, ¿vale? —me dice, y me doy cuenta de que su voz todavía suena extraña—. No quiero tener que aguantar preguntitas...

—Sí... No quiero que tus padres se enfaden contigo por mi culpa.

—Ah, si yo no vivo con mis padres.

—¿No? —le pregunto, inicialmente sorprendido—. ¿Con quién vives?

—Con mi novia. Victoria. 

Amor en cuarentena [GAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora