Derechos digitales (II)

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Eduardo entra en el salón, se encienden las luces y, ante un suave gesto con la mano, se eleva del suelo un cómodo sillón con reposapiés. Mientras se sienta, la luz de la habitación se atenúa y la gran pared frente al sillón se ilumina, dando paso a un puzzle de imágenes en silencio. Ante una señal indicando su elección, una de ellas pasa a ocupar toda la superficie. Es el programa de Felicia Black, y acaba de empezar.

- Buenas noches, mis fieles amigos. Hoy vamos a tener un programa movidito, con actuaciones en directo, entrevistas y morbo, mucho morbo. Hablaremos con la matriarca de la familia extendida Wilof, una familia con 2 hombres, 3 mujeres y una serpiente, ya podeis empezar a imaginar donde está el morbo en sus vidas. Pero antes de eso, justo después de la publicidad, tendremos una charla con la conciencia digital que quiere abrir una causa judicial contra Apple. No os vayais, que solo son cinco minutillos de nada...

En la pausa publicitaria vuelve el caleidoscopio de imágenes, cada uno de los canales pugna por hacerse con la atención de Eduardo, en rondas de 5 segundos, pero él es un espectador fiel, y descarta el baile con el dorso de la mano, dando paso a una suave música de piano que acompaña imágenes de verdes paisajes con ríos de aguas transparentes fluyendo sobre grandes piedras de suaves formas. 

A los cinco minutos reaparece Felicia Black, sonriendo desde los ojos, con esa mirada que parece atravesar las ondas y plantarse en el salón de tu casa.

- Vamos a hablar con la conciencia digital que quiere abrir una causa judicial contra Apple. Pero antes de eso, hagamos un poco de historia. Hace 2 años hubo aquel famoso juicio donde Ernesto Vargas quiso dejar en herencia todas sus posesiones a sí mismo en tanto que existía una copia digital de su conciencia dentro del programa iTer de Apple. 

En aquel juicio, el abogado de Apple justificó su negativa basándose en que "el demandante firmó un contrato en el que aceptaba que la propiedad de los contenidos digitales de iTer era de Apple y que el demandante tendría únicamente el derecho de reproducción de dichos contenidos".

Como todos ya sabeis, el programa iTer empezó siendo una forma de grabar cada dia, cada hora, cada minuto, cada segundo, de la vida de quien lo tenía activado. El programa lo grababa literalmente todo, lo que el usuario decía, lo que veía, lo que oía, lo que tocaba con cualquier parte del cuerpo, lo que saboreaba, lo que olía. No era nada más que eso, hasta que el descubrimiento del doctor Shisei Rembao facilitó que a partir de todo lo grabado en el iTer, pudiera emerger una conciencia digital de la persona que usaba el programa.

Ahí fue donde se armó el follón, el belén, y se lió parda. Porque Ernesto Vargas, un vejete de ciento doce años, quiso perdurar en su conciencia digital e intentó dejarse su herencia a sí mismo, algo que a los de la manzanita no les hizo maldita la gracia, de ahí el juicio.

El veredicto del jurado en el juicio de Vargas contra Apple marcó un antes y un después en los derechos humanos al dictaminar que lo que se podía calificar de ser humano no podía basarse ni en la forma, ni el color, ni el sabor, ni el olor (solo se sabía a que huelen las nubes), ni en la completitud (había mancos, cojos y tuertos), ni siquiera en la permanencia de los órganos (había quien le habían transplantado hasta los pelos de la nariz), ni tan siquiera las neuronas (había casos demostrables de que pocos las usaban y se les seguía llamando seres humanos).

Así pues, ahora hay seres humanos en versión carnal y seres humanos en versión digital. Naturalmente para según que interacciones yo sigo deseando la versión con carne, a mi lo del cibersexo siempre me ha parecido poco real, por mucho que digan que el sexo está en la mente al final necesitas tocar piel.

Pero me estoy yendo por las ramas. Os presento a Ernesto Vargas. Hola, Ernesto - dijo Felicia mirando a su izquierda mientras aparecía la imagen holográfica de un tipo sonriente, con barba de tres dias y gafas lennon.

- Hola Felicia - dijo la imagen - gracias por la oportunidad que me brindas, tu programa es el de mayor audiencia en todo el planeta.

- Tu lucha lo merece, Ernesto - respondió Felicia - pero por desgracia no tienes más que unos pocos minutos y vas a tener que resumir tu historia.

- Entonces vayamos al grano - la cara sonriente de Ernesto se torna seria y dirigiéndose a la cámara empieza a explicarse.

- Mi amiga Felicia ya os ha hablado del juicio de hace 2 años, cuando yo, o mejor dicho mi yo carnal, ganó a los de Apple en su deseo de dejarme sus posesiones, ya que de hecho yo soy él, o al menos soy un yo lo más parecido a él que nunca nadie podrá ser. Hasta aqui lo bonito, puedo decir que fui el primero en ser reconocido como ser humano digital, y en estos pocos meses ya nos contamos por varios miles.

Lo que sucede es que la realidad se empecina en dar por saco, en crear situaciones no previstas, y de la misma manera que nadie pensó que el programa iTer generaría conciencias, nadie pensó tampoco en que es lo que podía suceder si había..., digamos..., problemas técnicos.

Lo que sucedió es tan tonto que debería haberse previsto, pero como todas las cosas técnicas, nadie nunca pensó en ello. En los inicios del iTer, como en todo programa de grabación de lo que fuere, se estableció un protocolo de copias de seguridad. En el caso del iTer se hacían copias diarias de tipo incremental, y semanales de tipo completo, almacenándolas en series de 12 semanas (no pregunteis, el ciclo es el que es "porque siempre ha sido así"). Era una simple precaución en caso de que algo fuera mal con la grabación, para evitar la pérdida de información, aunque nunca nadie tuvo necesidad de ello.

Sin embargo, hace ahora dos meses, por causas todavía desconocidas, se activó el programa para restaurar copias de seguridad, y se intentó restaurar la copia de seguridad de Ernesto Vargas, es decir, yo mismo. Al tener yo conciencia de ello pude oponerme, pero con ello solo conseguí que se restaurara en una ubicación alternativa, ya que no estaba previsto que nada, ni mucho menos "nadie" pudiera evitar ese proceso.

Es decir, que en estos momentos hay 2 Ernesto Vargas en el mundo. Personalmente no tengo nada contra él, faltaría más, pero resulta que, al ser una copia anterior a la mía, los de Apple sostienen que tiene identidad prioritaria y que yo debería ser eliminado.

Estoy intentando que me acepten una denuncia y poder luchar por mis derechos, pero lo tengo algo complicado porque el sistema legal no puede dilucidar quien está en posesión de la identidad, si él o yo. Parece que solo tengo como alternativa el presentar una denuncia que esté firmada por quinientas mil personas, y es por eso que comparezco ante ustedes para pedir ayuda.

- Gracias, Ernesto, lo has explicado todo claramente - comenta Felicia con semblante serio, y dirigiéndose a los espectadores continúa - podeis firmar en la petición que aparece en vuestras pantallas, sé que no me fallaréis, es una injusticia lo que están haciendo con él, y mañana podríais ser vosotros, así que ya sabéis, a firmar, amigos mios.

- Ahora una breve pausa publicitaria, esta vez de diez minutos, y a la vuelta tendremos con nosotros a Rebeca Wilof, aunque sin su serpiente. A ver si nos explica como su familia puede con el día a día, y sobre todo, como consiguen entenderse y convivir sin que salten demasiadas chispas ni arda Troya.

Retales (but no re-tales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora