-Lo sabía, usted ¡lo sabía!-reclamó el soldado al borde del colapso, su cuerpo temblaba, pero no hacía mucho frío. Temblaba de irá, irá que recorría cada parte de su cuerpo transformándose en odio, camino dispuesto a golpear al enmascarado. -¡sabía que ese bosque era maldito y aún así nos envió!-

-No es ningún secreto que el bosque paraíso está maldito, tu mismo dijiste que eran soldados fuertes.-

-No sabíamos que ese bosque estaría plagado de seres con poderes inmensurables nosotros...

-Ese es el problema de los humano-El enmascarado interrumpió -Siempre le buscan una excusa a sus errores. ¿Eres soldado no es así?¿Nunca has luchado contra un demonio? ¿Creían que el bosque sería sencillo? ¿El bosque fue demasiado para ustedes?

-¡usted los mato-!

-ellos ya estaban muertos al dejarse llevar por sus miedo, ¿qué les mostro? ¿Oro? ¿Mujeres? Los atrajo a su trampa ¿ y luego qué pasó? Los mato uno a uno, los volvió presos de sus propios miedos y luego cuando ustedes ya estaban en sus manos les arrebató el alma y ahora aquellos muertos vagaran en ese bosque por la eternidad.

El soldado se lanzó a él con la bilis quemando su garganta gritó -¡Miserab..- Ninguno de sus ataques logró llegar a el enmascarado, se quedó tieso, quitó como si un hechizo de purificación hubiera caído sobre él, sin embargo su pecho se movía. Aquel enojo se transformaba en pánico, miedo, mientras su cuerpo caía en pedazos al suelo y su cabeza se quedaba intacta con un fino corte sobre su cuello poco más abajo de su manzana de Adán. Sior vio como una serpiente dorada recorría por el brazo del enmascarado y se transformaba en nada más que un simple adorno, el enmascarado miró a Sior y este se espantó.

Sior cayó aterrado, el sudor brillaba sobre su cabello castaño, a su mediana edad sabía que lo peor no era la muerte-No hemos fallado del todo, encontramos algo que quizá pueda interesarle-

-Esta bien- El enmascarado lo miró, quizá Sior era un soldado sin poder, pero cualquier ser podia notar su aura y el lo hacía y lo demostraba al sentir el miedo que estaba sintiendo. Quizá no tenía ese don especial que caracterizaba a los celtas, pero su lado humano sabía que era bueno ser precavido en su presencia -Habla-

-Después de la masacre en el bosque paraíso al volver encontramos las puertas a la ciudad de hielo, dentro encontramos a una mujer, una mujer joven-El enmascarado exhaló, si era la persona que pensaba... Miro expectante a Sior que al notar el interés en los ojos del enmascarado siguió -Al principio pensamos que era una pueblerina que se había perdido, pero luego nos dimos cuenta que era un alma en pena, nos dijo que le diéramos este mensaje- Sior extendió la mano temblando alcanzando un pequeño pergamino.

-Puedes irte Sior- Ordenó con el pergamino en sus manos, el viento entraba por la ventana esparció por la cabaña el olor a hierro de la sangre. Sior salía sin perder tiempo, aterrado de lo que podría suceder si no salía a tiempo de esa cabaña. El enmascarado sabía que Sior era temeroso de los que eran enemigos del cielo, por lo que jamás se atrevería a desafiar o siquiera a traicionar su confianza -Nos vemos en la tercera luna llena-

-Como ordene, sir Miuyen- Sior se levantó, y caminó cojeando a paso rápido, rezando no terminar hecho pedazos por alguna criatura de la noche.
El enmascarado se quedó quieto con las botas manchadas de sangre y carne del que era en soldado joven. Pensaba si aquel pergamino que tenía en sus manos lo ayudaría a lograr lo que quería, o solo era un cruel mensaje de aquella muchacha que había sufrido la peor de las muertes. No lo sabría, al abrir el pergamino se encontró con lo que ya se esperaba, una hoja vacía cubierta de sangre y lágrimas. Solo los muertos podían entender el lenguaje de los muertos se inclinó y agarró el delgado cabello rubio de la cabeza que permanecía a sus pies. Solo bastaría un par de horas hasta que los moradores del inframundo vinieran y se enfrentaran en batalla por el alma del soldado. Su espíritu permanecería al menos un momento antes de partir hacia lo desconocido, camino hacia la mesa rota de la cabaña y dejó la cabeza en medio, le señaló la frente; -Enfrenries espíritu- Una flama azulada salió del dedo del enmascarado entrando por la boca. La piel pálida retornaba a su color habitual, los ojos blancos y mostraban los iris cafés que miraban sin vida, a algún lugar lejano. -Tú, que moras en medio del cielo y el infierno habitas donde nadie habita, ayúdame-

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⏰ पिछला अद्यतन: Aug 18, 2020 ⏰

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