Antes de lanzarme al campo de batalla me dije a mí misma que morir por la rebelión era aceptable: que prefería morir en el campo de batalla que en el Tres. Me resistí a todas las ataduras evitables, pero ahora...

Ahora he besado a Gale Hawthorne, en este lago frente a mí, y estoy segura de que no voy a poder olvidar nunca el tacto de sus labios entre los míos, sus manos, fuertes pero delicadas, en mi cintura y en mi cuello.

Me quedo en blanco por un momento, llorando y viendo cómo el agua se mueve con el viento, e inmediatamente me aterra la realización sobre mis actos: Me he enamorado de Gale Hawthorne. Lo amo. Y, si le pierdo... no podré levantar cabeza. Me he atado por completo, y la libertad que conseguí cuando vencimos al Capitolio... la he perdido. ¿No es así? Ahora mi vida no tendrá sentido si le pierdo a él... y eso me aterra.

Así, todo el progreso que había hecho respecto a lo que ha pasado, se esfuma.

Después de un rato, las lágrimas paran, pero no soy capaz de levantarme del suelo. Agarro el collar de Eyna, y lo aprieto hasta que no siento los dedos.

En un momento de lucidez, me doy cuenta de lo patética que estoy siendo, y me levanto para lavarme la cara en el agua, pensando que no puedo seguir así. Es obvio que debo hablar con Gale tarde o temprano.

Cuando las ondas del agua se van y la superficie vuelve a estar en calma, veo en el reflejo mi propio rostro. Suspiro, contando hasta tres, y me digo a mí misma que debo de ganar otra guerra. Esta vez, mi cerebro y mi corazón están a punto de saltar a batalla.

 Esta vez, mi cerebro y mi corazón están a punto de saltar a batalla

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—Eh, oye, levántate ya.

Esa es la voz de Thyra, y su mano me sacude el hombro con fuerza. Gruño, intentando apartarla, con la cabeza aun doliéndome, aunque menos que esta mañana.

Me intento dar la vuelta en la cama para darle la espalda y seguir durmiendo.

—Son las cuatro de la tarde, Gale —dice con tono duro—. Levántate ya.

Suspiro, pero acabo haciéndole caso, dándome la vuelta y abriendo los ojos. Me doy cuenta de que parece bastante seria, y tiene ojeras y mala cara. En mi estado de adormecimiento me digo que debe de ser por la resaca que seguro que tiene también.

Le toco la pierna para ver si se echa conmigo o si por lo menos se sienta, pero ella da un paso hacia atrás. Frunzo el ceño.

—¿Qué te pasa?

Sacude la cabeza y se vuelve hacia la puerta.

—Necesito hablar contigo —murmura—. Vístete, te veo fuera.

Sin más, sale.

Suspiro, y hago como me ha pedido. Intento no pensar en ello, porque aún me retumba la cabeza y la verdad es que no sé qué demonios le puede pasar a Thyra.

Me pongo los vaqueros y una chaqueta y salgo fuera. Ella está sentada en el sofá, y apunta con el dedo a la puerta, así que me calzo. Ella sale primero, y yo la sigo en silencio. El aire me golpea la cara, y la frescura me hace sentirme un poco mejor. Thyra avanza a través del porche y salimos al camino de tierra.

A STORM LIKE HER ━ Gale HawthorneМесто, где живут истории. Откройте их для себя