XIX-II

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¿Cómo fui capaz? ¿En ese momento? En que no sabíamos cómo estaba Race, Sook y Ann ¿Y por qué sentía como si gran parte del peso que sentía encima, se había desvanecido?

No quise mirar su reacción, no valía la pena avergonzarme aún más, quería al menos mantener una porción de mi orgullo tan quebrado. Sin embargo, una parte de mi sabía que era demasiado tarde para mantener una pizca de dignidad, porque no era el momento, y sabía cuál sería su respuesta.

-Lo siento-hipé abrumada. El agarre que se había mantenido firme en mi muñeca, poco a poco se desvaneció. Una corriente de pensamientos cruzaron mi cabeza a medida que intentaba alejarme de él.

-¿Quererme?

Me quedé congelada en el momento en que habló; no había enojo ni pena en su voz, solo una extraña calma que me enloqueció.

Negué.

-Zoe, yo...

No estaba preparada para escucharlo, a pesar de que sabía cuáles serían sus palabras-Lo sé-susurré con una débil sonrisa; me dejé, por un instante, sumergirme en esa mirada, para luego volver en mí. Con su ayuda, me volví a parar. Por el rabillo del ojo, pude ver a Ethan en el marco de la puerta, era obvio que había escuchado todo, pero aún así no dijo nada sobre lo que le había dicho a Azael.

-Zoe, será mejor que descanses-comentó luego de aclarar su garganta. Tenía razón.

Dejé a Azael atrás, con las palabras en la boca.

Al entrar nuevamente a la habitación, noté enseguida el cambio. Ethan había colocado más velas, por lo que el panorama se podía apreciar mejor. En la esquina de la habitación, donde se encontraba la vieja cama de matrimonio, sobre el viejo y percudido colchón, seguía durmiendo Victoria boca arriba, con sus manos sobre su estómago. Solo llevaba una camiseta de tirantes, su brazo derecho estaba vendado, al igual que su cuello; mientras que sus pantalones estaban remangados ya que también fueron curados. La habitación no era cálida, y no había frazadas para cubrirla, por lo que caminé hasta ella, y me quité la chaqueta para cubrirla.

-Ey, tendrás frío, no podemos hacer una fogata en este lugar cerrado-dijo Ethan a mis espaldas, y rápidamente comenzó a sacarse su chaqueta-Tuve que tirar la de ella, estaba cubierta de sangre-la mía tenía también algunas manchas de sangre seca, pero aún así no podía imaginar el estado en que habría estado la prenda de Victoria.

-No, no-lo detuve, elevando los brazos. Claro que tenía frío con una fina camiseta, pero no podía aceptarla-Estoy bien-dije mirándolo a los ojos. Su cabello rubio estaba despeinado, y tenía unas ojeras demasiado oscuras. Me sentí mal por ello-¿No quieres dormir en el colchón? Yo dormiré en el piso y...

-No, ¿estás loca? Te desmayaste, no...-di un par de pasos hasta llegar a él, para detenerlo de su acción, ya que no quería hacerme caso, e intentaba quitarse lo que lo abrigaba-Azael y yo estaremos en la otra habitación y...-se calló cuando mi mano cubrió su boca.

Sonreí, divertida-Entonces tu chaqueta se queda contigo.

-Pero...-intentó negarse, pero volví a detenerlo hasta que finalmente aceptó.

-¿Estamos de acuerdo?

-Sí, sí-dijo una vez que aparté la mano de sus labios. Se detuvo por un momento, para mirar a Victoria-Dormirá como un tronco, está exhausta...Igual que tú.

-Sí, yo...

-No debes pedir disculpas, no debería ser un error el querer a alguien-sus palabras me tomaron más que desprevenida. Mi mirada encontró la suya en un segundo, y la pena me cubrió al instante.

Azael | 1 | Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora