IX. Conversación.
— ¿Estás tan seguro de hacerlo? Sabes que sufrirá. — Comentó el de rubios cabellos mientras estaba sentado en un mueble individual hecho de un material desconocido, similar a la piel humana.
En su cara se veía una notoria preocupación, además de una leve frustración ante la terquedad de su compañero en aquella habitación. Él intentaba que el guardián de la cruz blanca se arrepintiera ante una decisión tan extremista a su parecer.
A pesar de que Sacfoniáx carecía de la gran mayoría de sentimientos humanos, le era fácil fingir tenerlos... Pero este era un caso diferente, la situación había hecho despertar uno de los pocos sentires que poseía. ¿Cómo no hacerlo cuando se juega con la vida de un ser importante?
Lo único que hacía era revolverse los cabellos una y otra vez intentando pensar en cómo contrarrestar la misma respuesta que tenía tanto tiempo recibiendo. Llegó a un punto en que solo miraba a otro lado, y colocaba los dedos índice y medio en su frente, apoyando su ante brazo al reposa brazo del mueble. Colocó una pierna sobre la otra, buscando relajarse un poco. Todos eran patrones clave que denotaban su enojo.
— Estoy consciente de todo... Ya es momento Foniax. Es hora de despertarlos de la ignorancia. — Dijo el de cabellos blancos y ojos azules, marcando así el poder que lleva dentro, preparado para hacer una promesa. Sin embargo, los mismos expresaban tranquilidad ante todo lo que tramaba para si mismo... Y también ante el castigo que se le asignó.
— Siempre he sabido que el día llegaría... ¡Pero no seré capaz de dejarlo solo! Aún me necesita. Lo mismo sucede con Arlette, ¡Ella te necesita! — Exclamaba con un fuerte tono de voz. — No puedes hacerle eso, eres como vuestro hermano mayor. Además, ahora es que lo sabrá, sabrá que vos la habéis... — Volvió a intentar disuadirlo, más términó interrumpiéndose así mismo. — Soy un ser con pocos sentimientos positivos y humanos; Un castigador, esa fue mi maldición... ¿Pero tú? Sientes, amas, perdonas y das otra oportunidad, yo no puedo. — Concluyó con una leve tristeza al decir las últimas tres palabras.
Puede que no lo exprese al público, más el no sentir siquiera empatía le hacía su trabajo un poco más fácil. Pero, también era capaz de sentir culpabilidad día tras día y más cuando hacía su labor. Era la personificación misma de la tortura y a la vez la flojera.
— Si no amas... ¿Por qué quieres seguir para tu portador? — Inquirió August dudoso.
— No puedo sentir amor, pero de igual manera, eso no significa que dejaré a un humano que no sabe ni siquiera como controlar sus poderes, los cuales solo aparecen por corto tiempo. Apenas y si os puede salir de su habitación traspasando la madera de su puerta. No está listo del todo. — Contestó con honestidad mientras rodaba sus ojos con fastidio.
— De verdad... Estáis roto.
— La maldición por indagar de más se encargó de quebrarme. Antes era un humano normal... ¿Feliz?... — Fue interrumpido por Pian, quien ya conocía su historia.
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ROBA MI CARGA... (En edición)
FantasyHace algunos años existía un mundo que no poseía leyendas, mitos, o historias. Un mundo "normal" que se regía únicamente bajo lo visible a los ojos... Más, había solo dos personas que creían que existe algo más allá de lo que su vista natural les mo...