Capítulo 5.

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[Se suponía que el capítulo fuera más largo, pero por cuestiones de tiempo no pude terminarlo y no quise dejarlos esperando ;( la otra parte la subiré en la mañana. Perdónenme, he estado demasiado ocupada con la escuela y eso. Es una locura]

Niall se encontraba jadeante y con la lengua afuera, luego de subir corriendo tres pisos por las escaleras

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Niall se encontraba jadeante y con la lengua afuera, luego de subir corriendo tres pisos por las escaleras.

Desplazándose de dos en dos por los escalones, largas zancadas fúricas.

Eran las jodidas seis de la tarde: ya todos estaban en el lugar. Liam estaría a punto de llegar a su fiesta sorpresa ¡y Louis ni siquiera se dignaba a dar una señal de vida!

¡ÉL TENÍA QUE LLEVAR EL PASTEL!

Respiró profundamente, recuperando el aliento. Ese bastardo. Se las iba a pagar muy caras.

Cerró su pálido puño, impactándolo reiteradas veces contra el material de la puerta.

—¡TOMLINSON! ¡Tú, desgraciado perro sucio, ábreme la puerta! -vociferó, golpeando más veces, más fuerte.

No pasaron más de cuatro segundos para que la puerta fuera abierta, con prisa, dándole la bienvenida a un enfurecido Niall, que se abrió paso al pequeño y anticuado departamento de paredes verdes.

Divisó a Louis en la entrada, sosteniendo la puerta para él. El ojiazul vestía con una musculosa dos tallas más grande que la suya, pantalones cómodos y pantuflas.

¡Ni siquiera se había vestido! Esto era absolutamente impresionante.

Y no de la buena manera.

—¿Qué ha pasado? -preguntó inocente, sin entender la molestia de su amigo rubio.

No era natural, por aclarar las dudas.

Al principio eso del cabello rubio había sido gracias a una apuesta perdida (el idiota creía que en Colombia se hablaba el colombiano), pero resultó que los reflejos le lucían ridículamente bien, así que los conservó.

Y ahora ese mismo tonto ignorante de la geografía, se encontraba caminando de aquí a allá en el espacio de su sala, jalándose las hebras del pelo con visible estrés.

—¡TÚ, PEQUEÑO HOMBRECILLO! -comenzó, señalándolo despectivamente con su dedo índice- ¡TE HE LLAMADO DIEZ VECES, LOUIS! ¡DIEZ!

Él iba a patearlo. Iba a hacerlo volar por toda la habitación hasta fuera de la ventana. Alguien debe detenerlo porque está a punto de patear al enano.

—Niall, ¿me has llamado a qué número? -indagó, cruzándose de brazos.

—¡A tu teléfono! ¡¿a dónde más?! -respondió con molestia.

Louis y él eran mejores amigos desde la infancia, pero a veces...a veces podía ser un completo idiota.

Como ahora.

El Chico de los CD's | Vol. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora