Donde hubo fuego...

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Donde hubo fuego...

Jess

Me desperté por la mañana, me puse mi ropa de deporte salí con mis auriculares puestos para salir a correr; cada día me hacía diez kilómetros.

Cerca de un parque hacía ejercicios varios y regresaba para ducharme e irme a mi trabajo que estaba en el centro de Florida.

Una vez acabados mis estudios, hice prácticas en una empresa holandesa en la cual también me contrataron y muchas veces me enviaban de intermediaria para diferentes países o estados de Norteamérica.

Llegué a mi oficina como cada día, vi a Rony, uno de los coordinadores que me hacía señas.

—¡¡Hola, Jess!! Recuerda que esta tarde vienen los ingleses a la reunión.

—¡Sí! Cómo olvidarlo ya tengo todo preparado —respondí con mucha tranquilidad.

Sabía que todo iba a ir bien con estos nuevos clientes y la confianza que el dueño ponía en mí era de agradecer.

—El señor Van Riessen confía mucho en tu poder de convencimiento y tu profesionalidad.

—¡Sí! Eso al menos me tranquiliza —dicho esto, le sonreí por el comentario que había hecho.

Rony era un gran tipo, siempre atento conmigo. Él era de ascendencia mexicana, pero nacido en Miami, era increíble la pluricultura de este país.

Mientras que me iba a la pequeña cocina que teníamos para los empleados a hacerme una taza de café bien cargado, sonó mi móvil, ni miré el número de teléfono, me limité a contestar.

—¡Hola! ¿Sí?

—¡Jess!

Esa voz la conocía, miré el móvil para ver el nombre y me puse muy contenta de que fuera ella.

—¡Ohhh, Maggi! ¡Qué alegría! ¡Cuánto tiempo, amiga mía!

—¡Muchísimo, Jess! Te perdiste totalmente en la universidad y apenas contestabas mis WhatsApp.

—Lo siento es que era como un ratón de biblioteca. ¿Y qué te cuentas? ¿Cómo estás?

—¡Ayyy, amiga! Te llamaba porque tengo algo muy importante que decirte y estoy muy feliz.

—¿Buenas noticias? ¿Estás embarazada de Dylan? —Se empezó a reír a carcajadas...

—No, pero dentro de un mes y medio... ¡Nos vamos a casar! —chilló eufórica y no era para menos.

—¡Ah, me muero! —Me uní a su emoción.

—Me alegro muchísimo por ti, Maggi.

Bueno por ambos...

—¡Jess! Te aviso con tiempo para que puedas estar en mi boda, quiero que estén todas las personas importantes de mi vida y ¡¡tú lo eres!!

—Oh, ¡qué bonito! Claro que sí, Maggi, ahí estaré. —Lo último que dijo me emocionó.

—Si tienes acompañante puedes venir con él, ¿vale?

—Vale, gracias por la invitación, Maggi.

—Por WhatsApp te pasaré la dirección de la celebración y el hotel para mis invitados.

—Perfecto, Maggi, ya estoy deseando verte de blanco...

—Síí... Ahora te tengo que dejar que tengo que hacer unas cosas en la galería... ¡Hasta el día de mi boda!

Que alegría sentí por ella, al ser consciente de que iría para Bonneville dentro de un mes y medio, me dio un pequeño cosquilleo en el estómago porque seguramente Niels también estaría allí con alguien, quizás Mía u otra como su pareja o esposa.

Dos Polos Opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora