Capitulo 3

1K 158 68
                                        

El dolor de cabeza se intensificaba a la vez que me ponía de pie. Toque mis labios, estaban ligeramente hinchados y ardían como nunca. Camine unos cuantos pasos mas, corrí la persiana para tener una mejor vista hacia fuera. Los rayos del atardecer chocaron contra mi rostro.

¿Cuanto tiempo dormí? ¿Quien me trajo a casa? Espera, ¿que fue lo que sucedió en el parque?

—Veo que ya despertaste— preguntó.

Yo solo asentí un poco indeciso.

Después de todo mi memoria volvió a mi como si fuera un metraje. Recuerdo que me senté en el césped junto a Sicheng, yo miraba fijamente a las canchas. Después de eso solo mire sangre y mi vista se nublo, o eso creo.

—¿Como...?

—¿Que si como llegaste aquí?— Jaehyun se sentó al borde de mi cama— Bueno, estábamos jugando cuando el balón fue a dar directo a tu cara. Tu nariz sangraba, realmente estabas muy mal— suspiró— Después de eso te desmayaste.

Mi rostro expresaba confusión, fruncí el ceño.

—Espera, ¡no!— el color en sus mejillas subió de tono— N-no te secuestre ni nada por el estilo. Sicheng me acompañó hasta acá, después de eso se retiro ya que recibió una llamada.

Claro que buscaría una forma de que nos quedáramos solos. Maldito Sicheng, me las pagará.

Solo quería asegurarme de que estuvieras bien, supongo.

—Gracias por traerme hasta aquí— le sonreí pero esta acción hizo que mis labios dolieran— ¡Ouch!

—¿Estás bien?— Jaehyun se acercó preocupado.

Estábamos tan cerca que hasta podía escuchar los latidos de su corazón. ¿Había sido un ciego todo este tiempo o porque nunca aprecié su belleza a este esplendor?

Es porque lo único que podía hacer era observarlo desde lejos. Pero ahora, en este preciso momento todo era diferente. Tocó mis labios con la yema de sus dedos asegurándose de que era la razón de mi queja.

—Debí haber puesto más ungüento...— su respiración chocó contra mi cuello.

—¡Oh mira cuánto tiempo ha pasado!— dije nervioso, el se apartó unos centímetros— ¿Tus padres no se molestarán contigo?

—No están en casa, se fueron por el fin de semana— se sentó en la cama y yo imité su acción— Mi abuela enfermó así que salen seguido a cuidarla últimamente.

—Lamento lo de tu abuela, espero mejore.

El asintió sonriente, sus ojos casi desapareciendo. Su expresión cambió drásticamente cuando algo cayó al suelo.

—Yo lo lamento...— tomó el objeto del suelo— ¿Aún lo tienes?

Mierda, ¿que hace eso ahí?

—Eso creo, si...— solté una tímida risa.

—Leeré para ti— dijo seguro— como en los viejos tiempos.

Abrió el libro mientras se recostaba en la cama. Yo aún tímido me acerque y tome lugar aún lado de él.

Estamos tan cerca, de nuevo.

—"Hilo rojo..."— Jaehyun comenzó a leer.

Pareciera como si el tiempo se hubiera detenido. Aunque buscara alguna respuesta para este tipo de fenómeno que ocurría siempre volvía al mismo lugar, a la misma persona. Jaehyun, solamente él podía hacer que el tiempo se detuviera.

El chico dejó de leer.

—Jae...— lo moví levemente.

Debió haberse quedado dormido. Claro tonto, ¿como no hacerlo si estuvo cuidando de ti todo el tiempo?

Lo cubrí con la manta que se hallaba a mi costado. Mientras lo observaba pestañeaba rápidamente, trataba de no quedarme dormido.

.

.

.

.

.

Estaba solo de nuevo en casa, el silencio se apoderaba de mi habitación como de costumbre. Tenía miedo, desde que nos dejó mamá siempre era la misma rutina de siempre. Papá se iba por las tardes y no regresaba hasta el siguiente día, exactamente a medido día.

Tome una manta y la enrollé en mi cuerpo, hacía frío afuera. Salí de mi habitación y tomé las llaves, seguido salí de casa. No iría lejos, solo era cuestión de cruzar la calle.

Toque la ventana y pronto una silueta se formó al otro lado.

—¿Doyoung?— Jaehyun talló sus ojos para luego abrir la ventana— ¿Que haces aquí? Son las dos de la madrugada.

—Perdón— me adentre con dificultad a su habitación— Y-yo... Tengo miedo— me lancé a abrazarlo.

—No existen los monstruos debajo de tu cama— río por lo bajo.

—¡Oye!— susurré— Es algo complicado...

—Tampoco están en tu closet, quieres que vaya a asegurarme de que-

—Mamá nos abandonó— interrumpí.

El no dijo nada, lo único que hizo fue abrazarme aún más fuerte. Eso es lo que mas ma gustaba de él, sus acciones hablaban por si solas. Me tomó con su pequeña manita y ambos nos recostamos en su cama.

—¿Tienes sueño?— preguntó.

Negué.

—Leeré para ti— sonrío alcanzando un libro pequeño y colorido de su repisa— ¿Está bien?

—Claro, gracias— dije un poco sonrojado.

—"Hilo rojo. Según una creencia oriental milenaria, desde nuestro nacimiento un hilo rojo nos conecta con aquellas personas destinadas a ser importantes en nuestra vida..."

Su voz era tan relajante, podría decir que me perdía en cada sílaba que salía de su boca. Me acerque a él y me recosté sobre su pecho.

—¿Te está gustando?— dejo de leer por un segundo— Puedo escoger otro, tengo varios aquí qué tal vez te-

—Este está bien— interrumpí— Me agrada— sonreí mostrando mi dentadura.

—Una vez que termine de leerlo por completo te lo obsequiaré.

—Genial— bostecé.

El continuó leyendo mientras acariciaba mis oscuros cabellos. Esa fue la primera noche de muchas en donde comenzó a leer para mi. En donde mis miedos parecían reducirse y mis inseguridades desaparecían. El me hacía sentir confiado.

(∂ + m) ψ = 0 • [JaeDo]Where stories live. Discover now