06

27K 2.1K 2.4K
                                        

Lunes, 19:45

— ¿cómo coño te has enfermado ahora?—Preguntó Kuroo frustrado, pues el colocador tenía fiebre bastante alta.

— No sé, creo que es la garganta.—Dijo Kenma apenado. Sus padres no podían cuidarle y Kuroo tenía que ir a la escuela, por lo tanto pasaría algunos días en casa de los Kuroo y así los padres de su pareja le podrían cuidar.

— Ah, deberías ir al doctor.

— Sí, tu mamá ya pidió hora por mí. Mañana iré.

—Me alegro, ¿Quieres que te traiga algo?— Preguntó el mayor al darse cuenta de que, al llegar a su casa después de la escuela, el teñido no estaba jugando.

— La switch, con tooooooooodos los juegos...— Dijo Kenma sonrojado— Ahora no nos podemos besar...

— Lo sé, espero que no te dure mucho.— Dijo Kuroo lanzándole un beso.

Kenma hizo gesto de que fuese a vomitar por el beso de Kuroo y este solo se río.

— Te quiero.— Le dijo el oxigenado.

Kuroo asintió y salió de la habitación para ir a buscar su consola. Kenma se alojaría en una habitación de invitados que tenían los Kuroo en casa. No era una gran habitación, tenía una cama, una mesita de noche y un escritorio con una silla. Los colores eran blanco y beige, pues era madera clara.

Cuando la puerta principal se cerró, la madre de Tetsurō entró en la habitación

— ¡Kenma!¿como te encuentras? Seguro que el amor de mi hijo te hizo sentir mejor.

— Señora...— Le llamó Kenma sonrojado.

— Tranquilo, hijo. ¡Te queremos como uno más de la familia! Deberías agarrar más confianza en nosotros.— Comentó la señora agarrando el termómetro para tomarle la temperatura.— Te ha bajado la temperatura. 38'2ºC.

Se escuchó un "¡Ya estoy aquí!" que Kenma reconoció como Tetsurō inmediatamente.

Al entrar a la habitación, Kenma le contó que le había bajado la fiebre. El mayor se alegró al recibir tal noticia. Estaba realmente preocupado por él.

Sin decir nada, Kenma se levantó y le cogió la consola a Tetsurō. El menor se puso a jugar y el pelinegro se sentó a su lado, observando el rostro del colocador.

Su pelo estaba recogido en una especie de coleta, tenía una banda fría en la frente para reducir su temperatura. Su nariz y sus mejillas estaban enrojecidas, y tenía cara de empanado a causa de la fiebre.

Llevaba un pijama largo y de pelo, el cual le quedaba realmente absurdo. Y unos calcetines gordos para protegerse del frío invierno.

Sus ojos estaban centrados en la pantalla, y sus dedos se movían rápidamente para conseguir más y más puntos.

Kuroo estaba viendo en una de sus peores formas a Kozume, pero le encantaba. Estaba realmente loco por el pequeño. Pensaba que podía dar la vida por él si era necesario. Pensaba demasiadas cosas, como en lo horrible que sería perderle. Y sin duda, eso le había dolido, a pesar de no haber sucedido.

— ¿estas bien?— preguntó el enfermo, al ver las lágrimas salir de los ojos de su capitán.

— Ah, sí.— Dijo Kuroo, secándose las lágrimas.— Solo pensaba en lo feo que sería perderte.

— Como mucho son unas anginas, no te preocupes.— Dijo Kenma, algo fascinado por lo que acababa de decir su pareja.

— Lo sé, pero seria horrible de la manera que sea. Te quiero.

𝑪𝒂𝒕𝒔 | kurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora