Capítulo II

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Nueva Ciudad Nacional amaneció aquel día debajo de un cielo azul y despejado que presagiaba buen clima hasta el anochecer. La gente se movía de forma discreta y silenciosa, apenas despertándose del ajetreo del sábado a la noche. Sus sombras solemnes y fantasmagóricas se deslizaban por las calles casi desiertas, que estaban sumidas en la penumbra de un sol tempranero que parecía tener dificultosa la tarea de asomarse por encima de los altos edificios.

Las ventanas lustrosas de L-Corp, figura ciclópea entre las demás más altas y más bajas, encandilaban a cualquiera que levantase la vista al reflejar el fulgor blanco del este en sus vidrios oscuros, y desde sus últimos pisos, donde se ubicaban las oficinas principales de la compañía, era posible presenciar el mar azul y cercano, por encima del cual el amanecer representaba los actos más impresionantes día a día.

Kara Danvers- Luthor se apoyó contra el marco de la ventana, mirando hacia la lejanía. Traía puesta encima del cuerpo desnudo, nada más que una bata con las iniciales LC bordadas en el pecho. Una taza de café humeaba en su mano derecha, y el cabello empapado le caía por debajo de los hombros, despidiendo un suave olor a shampoo de lavanda.

Una mano se escurrió con discreción y en acenso por su espalda, y su sonrisa se hizo más evidente. Se giró hacia atrás y se topó de frente con unos ojos verdes y grandes que la contemplaban con devoción y con una sonrisa únicamente equiparable a la suya propia. Estaba completamente convencida de que nunca se cansaría de ver aquel rostro; esa expresión de relajada certidumbre; la mirada dulce y profunda de una misteriosa ambigüedad que solo otorgan la experiencia y el dolor. Únicamente una persona en el mundo podía desatar ese despertar en su corazón; ese amor tan verdadero que a veces ardía y le generaba pavor, pues es cierto lo que dicen: cuanto más profundo el sentimiento, más agonía se aloja en el alma. Se trata esto de un acontecimiento, a todas luces, de simple explicación. Existe un solo miedo mayor al no ser amado de regreso, y es perder al ser amado; cosa absurdamente fácil en este mundo hasta en un caso tan particular.

- Detesto cuando despierto y ya no estás...- murmuró Lena, arrimándose a ella y envolviendo su cintura con los brazos.

Kara, acunada por la suavidad de su piel y la ligera presión en los lados de su torso, se acercó y le plantó un beso en los labios.

- Lo siento. Solo me levanté a beber agua, y me quedé para ver el sol naciente detrás del mar.- Se puso de lado para que Lena también presenciara el amanecer-. Es increíble cómo, en el movimiento constante de nuestras vidas, nos perdemos de esa clase de detalles.

Su esposa rió y apoyó la cabeza sobre su hombro.

- Prefiero dormir unas horas más cuando puedo. Sobre todo después de la acción que tuvimos anoche.

Kara curvó los labios.

- ¿Tan poco aguantas?

Lena la miró de forma pícara.

- Sabes muy bien que podría estar tres días sin parar. Y eso sin calentar motores...

- ¿El trabajo?

La morena asintió y tomó su mano para jugar con ella.

- Últimamente me he quedado hasta tarde cerrando tratos con empresas extranjeras y poniendo a prueba nuevos modelos.- Suspiró-. Sé que llevamos un tiempo de vuelta en casa; al menos el mismo que vivimos en la isla... Pero no lo sé. Es como si nunca consiguiera adaptarme del todo.

Kara torció la cabeza. Había notado algo extraño en su foco anteriormente, pero era tan sutil y Lena lo minimizaba de forma tan diestra hasta frente a sí misma, que no le había dado la suficiente importancia.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora