Así como mi madre.

¡Mi madre! ¡Su cuerpo!

Me arrastré hacia atrás y tomé una vía segura alrededor del espacio en donde Ax estaba golpeando a la criatura. Logré llegar hasta Eleanor y me arrodillé junto a ella, sin saber bien qué hacer.

El estómago se me encogió y un nudo se me formó en la garganta. Eleanor estaba inmóvil, con el cuello en una posición perturbadora, roto por el golpe contra el suelo. Sus ojos habían quedado abiertos, vidriosos, muertos, y no pude evitar culparme por ello, ya que yo, de tonta y ciega había creído que ella era una asesina despiadada. La había culpado con rabia. No me había permitido darme cuenta de que, a su manera, había querido protegerme. Mi madre me había exigido cosas por el temor de verme convertida en parte de los experimentos de mi padre.

Ahora no podía disculparme.

Todo lo que sentí fácilmente pudo haberme dejado incapacitada y encogida allí, temblando, llorando sin parar, horrorizada, de no ser por el repentino grito que resonó en el patio en ese momento:

—¡Ahí vieneeeeeeeeen!

Esa voz.

¡Esa voz!

Me levanté demasiado rápido. Miré en dirección a los árboles que se perdían por el camino que daba hacia la puerta trasera de la casa. Ya estaba agitada, pero mi corazón latió muchísimo más acelerado de expectativa y esperanza.

¿Era real lo que estaba escuchando?

¿Era real él?

—¡Ahí vieneeeeeeeen! —gritó otra vez.

Su silueta apareció corriendo entre la oscuridad de la noche. Bueno, en realidad venía corriendo a lo loco, con los brazos agitados, la boca demasiado abierta soltando las palabras y sosteniendo algo a lo que no le presté atención, pero aun así ante mis ojos se vio como si Dios lo hubiese salvado y mandado desde el cielo.

Cuando se detuvo frente a mí, jadeando, reaccioné y me di cuenta de que era él. Vivo. A Salvo. Conmigo. Y además, Dan también había llegado corriendo. Pero Dan no era lo más importante. Es decir, sí era importante, pero...

—¡Nolan! —solté en un jadeo de asombro y felicidad—. ¡Estás libre! ¡Pero cómo?

Él empezó a soltar su respuesta con muchísima rapidez, emoción y agitación:

—¡Mack, es que no vas a creer lo que pasó! —Me tomó por los hombros, entusiasmado, tratando de soltar todas las palabras y de respirar al mismo tiempo—: Iba muy frustrado dentro del camión con los soldados cuando de repente sentí algo que nunca antes había sentido en mi vida. Fue como un presentimiento o una visión o qué sé yo. El punto es que empecé a sentirme muy angustiado por ti, y luego tuve algo así como una revelación que se mezcló con algo parecido a la adrenalina y que me hizo pensar: ¿Pero qué demonios estoy haciendo aquí? ¿Por qué me estoy alejando de Mack? ¡Tengo que ayudarla! Entonces traté de idear algo para salirme del camión. Se me ocurrieron ideas loquísimas, incluso me sentí capaz de dar golpes, pero entonces, esta es la mejor parte en serio, de repente el camión se detuvo y yo me pregunté: ¿qué pasa? Y juro que no me lo imaginé nunca, de verdad. Escuché puertas, unas voces, después unos golpes, unos disparos y de pronto alguien abrió la puerta trasera y ¡era Dan! —Se giró para ver a Dan y lo señaló con entusiasmo y algo de sorpresa—: ¡Mató a los tipos! ¡Él! ¡El Don Perfecto! —Se inclinó hacia mí para añadir en susurro—: La verdad yo creía que nos iba a traicionar, pero me sacó de ahí y...

Dan lo interrumpió de golpe:

—¡Nolan! —dijo con urgencia—. Cállate, ¿sí? ¡Que ya vienen!

Nolan miró hacia atrás y luego volvió a mirarme. Su expresión emocionada por habernos reunido otra vez, cambió a una de nervios.

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora