[call me when I'm enough] joshler

1.

El aire helado de New York entraba en sus pulmones y la única compañía que tenía eran sus dos maletas azules.

El invierno acababa de comenzar, los arboles estaban sin hojas y las calles cubiertas de un manto blanco y suave. Había parejas abrazadas y niños jugueteando con la nieve, Tyler acomodó su gorro y frenó un taxi para meter su equipaje en el maletero.

—Calle Pacific 1320, por favor—pidió con simpatía.

—¿A Brooklyn, niño?—cuestionó el taxista, él asintió dudoso por el apodo—. ¿De vuelta a casa? ¿Cómo te trató el receso de invierno?

—Bien, bastante bien, la verdad. ¿Y a usted?—siguió la conversación mientras sacaba su celular y le mandaba un mensaje a su tía, avisandole que ya estaba camino al departamento.

—Muy movido, la ciudad es un infierno durante las fiestas—se quejó sin despegar la vista del camino—. Ahora con el regreso a la rutina las cosas comienzan a calmarse, ¿ya vuelves a clase?

—El lunes, lamentablemente—murmuró mirando por la ventana.

Tal vez el conductor dijo unas palabras más, pero él ya no oyó nada luego de colocarse sus auriculares. Fueron como treinta minutos de viaje, hasta llegar frente a un edificio de no más de cuatro pisos, se bajó no sin antes pagar y agradecerle al conductor. Tomó sus maletas y miró sus llaves, una tenía grabado un pequeño "4B", lo cual indicaba el número de su nuevo hogar, si es que lo podía llamar así.

Arrastró las maletas dentro del edificio para encontrarse con que el elevador estaba en reparación. Solo debía subir hasta el segundo piso, pero hacerlo con su equipaje sería demasiado dificil, era exageradamente pesado.

—Cariño, ¿necesitas ayuda?—le preguntó amablemente una señora.

Lucía arreglada, su cabello era lacio y corto, de un lindo color chocolate. El castaño sonrió con nerviosismo y negó rápido.

—No se preocupe, señora, yo puedo—aseguró subiendo un par de escalones, pero la mochila que tenía en la espalda comenzaba a resbalarse.

—¡Brendon, ayuda al chico con sus maletas!—dijo la mujer, y enseguida un joven de cabello oscuro y gafas bajó las escaleras, aunque no muy apurado y con su vista en su celular—. Boyd, vas a caer.

—No, mamá, ya te dije que veo los escalones—murmuró antes de levantar su mirada, chocando con Tyler—. Oh, hola, me llamo Brendon.

—Soy Tyler, Tyler Joseph—se presentó con una pizca de verguenza debido a la situación.

—Soy Urie, por cierto, Brendon Urie—agregó dandole un vistazo a las maletas—. Deja que te ayude, ¿que clase de vecino sería si no lo hiciera?

El castaño sonrió y ambos subieron hasta el segundo piso, llegando finalmente a su departamento.

Abrió la puerta y entró siendo seguido por el otro chico, soltó la maleta y dejó su mochila sobre una cajonera que estaba junto a la entrada. Estaba en completo silencio, notó que no tenía televisión, ni microondas, ni cafetera.

—Al menos tengo un refrigerador—dijo en voz alta mirando hacia la cocina.

—¿Es tuyo?—preguntó el joven que aún estaba junto a la puerta—. El departamento, digo.

—Ah, sí, algo así—se quitó el gorro que cubría su cabeza y lo dejó en el sofá—. Gracias por la ayuda, Brendon.

—Oh, no fue nada, cualquier cosa que necesites mi madre vive en el 3A—estiró su ropa y acomodó su cabello, despreocupado—. Suelo estar mucho por aquí, espero que te adaptes.