Midoriya despertó en la cama de Tomura, claro el niño no lo sabía. Se levantó despacio y se bajó con mucho cuidado, recorrió los mismos pasos que Kurogiri había dado al subir al segundo piso, hasta llegar a la primera planta.
Se detuvo a los pies de la escalera y contempló el almacén del bar, el pequeño se quedó inmóvil por unos cuantos minutos cuando de repente se abrió la puerta que da al local, de esta salió el barman de antes
—Buenos días, ¿pudo descansar bien? —se dirigió a él con alegría.
—Sí, gracias por dejarme dormir aquí —le comentó con timidez.
—No hay de que —contestó mientras abría una caja para sacar unas cuantas botellas de alcohol—. ¿Me ayuda? —agitó un poco lo que llevaba en las manos.
—S-sí.
El niño se apresuró en bajar el último escalón, corriendo se acercó al adulto que ya lo esperaba, le dio una botella que el niño abrazó para evitar que se le caiga. Con dificultad caminó lentamente hacia la puerta, al quedar en frente de está Kurogiri la abrió y le dio paso al pequeño.
Al atravesar el umbral, los ojos de Izuku se entre cerraron por la intensidad de las luces de colores, el bar estaba abierto y lleno.
—Deme la botella.
—Tenga —la separó de su cuerpo con cuidado de no tirarla.
—Despertaste —comentó Tomura mientras llegaba a la barra—. Un especial para la mesa seis. —Se dirige al mayor de los tres.
—Está saliendo —le contestó Kurogiri al mismo tiempo que se dio vuelta y empezó a tomar muchas botellas, cuyo contenido desconocía Midoriya.
—Sube aquí —le ordenó mientras señalaba un banco.
Midoriya obedeció y subió con mucho esfuerzo, cuando lo logró se percató de que aún encima del banco no podía ver del otro lado, no a menos que se pusieron de puntas, intentó ver más allá, pero se cansó después de unos cuantos segundos.
El peliazul soltó una carcajada que se hizo notar en todo el bar y todos los presentes se volvieron a ver al chico.
Kurogiri tomó a Izuku y lo pasó por encima de la barra para dejarlo a un lado de Tomura.
—¿¡Quién es el nuevo, Tomura!? —un señor ebrio gritó desde el otro lado del bar
—¿¡Acaso es un aprendiz nuevo!? —quien estaba a su lado también gritó.
—¡Es el mocoso que engendramos tu esposa y yo! —replicó el chico y ante tal comentario el resto de los hombres presentes no pudieron evitar soltarse a reír— Ignóralos, el alcohol se les subió a la cabeza —el peliceleste se acercó a Midoriya— ¿Descansaste? ¿Dormiste bien?
—Sí, mu-muchas gracias —tartamudeó.
Tomura lo miró por unos segundos y empezó a pasar sus manos por todo su cuerpo. Izuku intentó evitar el toque del mayor sin éxito. Al ver la expresión del pequeño, retiró sus manos y se alejó, se levantó de su asiento y le dirigió una mirada rápida a Kurogiri, quien asintió y regresó a la bodega, segundos después estaba detrás de la barra con una bolsa de plástico.
—Tome —le extendió la bolsa al niño.
—¿Qué es? —preguntó lleno de curiosidad.
—Ropa —está vez hablo Tomura—. Es para ti, tómala.
—¿Para mí? No, no puedo aceptarla.
—¿Por qué no? —cuestionó.
—Porque ya tengo ropa —sujetó la camisa negra y la estiró.
—Esa camiseta es mía, y para ti es un camisón. —Recargó su codo en la barra— Además, no llevas puesta ropa interior.
El comentario hizo sonrojar a Izuku, con pena estiró los brazos para tomar la bolsa.
—Buen chico —lo felicitó Tomura.
—¿¡Y mi trago!? —se quejó un hombre.
—¡Enseguida sale! —levantó la voz el chico que hacía de mesero— El baño está por allá. —Señaló una puerta al fondo de la habitación— Ve a cambiarte.
—De acuerdo —se bajó de la silla de un brinco.
—Está listo —Kurogiri le dio una bebida de color ámbar.
—Gracias —sostuvo el vaso y lo puso sobre su bandeja.
Con mucho esfuerzo el pequeño Izuku se abrió paso entre todos los clientes, después de minutos logró llegar a su destino. Ya en el baño se dirigió a un cubículo y se encerró. Dejó la bolsa en el suelo, sacó su contenido para empezar a cambiarse.
El peque salió del baño y caminó de regreso al lado de Kurogiri, cuando llegó se volvió a subir a la silla de antes.
—Sí le quedó la ropa —le dio una mirada rápida para seguir con la bebida—, como fui a comprarla sin usted no sabía si le quedaría grande o chica.
—Me queda bien, gracias.
Midoriya tenía puesta una camisa negra, con un pantalón corto y blanco, mientras que sus tenis eran de color rojo.
—Me gusta mucho —le sonrió con alegría.
—Me alegra que sea de su agrado.
Al día siguiente Izuku ayudaba con la limpieza del bar, ninguno de los tres había dormido en toda la noche, usualmente cierran cuando el sol empieza a salir, pero aquella vez el lugar estaba lleno y eso no pasaba a menudo, no querían correr a quienes los mantenían.
—Cuando terminemos aquí saldremos al centro comercial —dijo Tomura mientras barría.
—¿Para qué? —preguntó Midoriya sin dejar de ayudar a Kurogiri en la barra.
—Para comprarte más ropa. Kurogiri solo compró esa que traes puesta, no sabíamos si te quedaría, no quise desperdiciar dinero.
—P-pero —trato de negarse.
—No pienso darte más de mi ropa.
—Tomura-kun, ¿te puedo preguntar algo? —la voz de Izuku delataba su vergüenza.
—¿Qué es? —mantenía su mirada en su quehacer.
—¿Me voy a quedar aquí?
—¿Disculpa?, ¿me estás pidiendo permiso? —está vez los ojos carmesíes del chico se encontraron con los del ojiverde.
—Bueno, es que...
—Eso es algo que debería decidir usted —Kurogiri se unió a la conversación—, no podemos obligarle a nada.
—Sí podemos-
—Pero no lo haremos —el barman interrumpió a Tomura—. Elija por su cuenta, joven Midoriya.
Izuku miró a Kurogiri y luego a Tomura, para finalmente ver el suelo.
—Tomura-kun.
—Qué.
—¿Me puedo quedar aquí?
—Claro que sí mocoso.
Una enorme sonrisa se dibujó en el rostro del pequeño, una sonrisa tan contagiosa que los mayores también sonrieron, aunque Tomura escondió su rostro para evitar ser visto.
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Editado: 30.03.22
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Perdido
FanfictionEl mundo está dividido en dos colores: el negro, que representa el mal y el blanco, donde gobierna el bien; y aún teniendo está división clara existe un chico de un tono gris. A ojos de su hermano es un arma mortal, a ojos del héroe número 1 es un a...