Ya era sábado, la guardería estaba cerrada, pero yo estaba sentado en una sala de espera de un hospital. Toda la semana, de lunes a viernes, los accidentes continuaron y empeoraron. Ya era imposible esconderlo, mi cuerpo estaba muy mal y no sabía lo que estaba pasando. Ahora llevaba pañales a todos lados. Dan dijo que no importaba y me facilitó los mismos pañales que usaba para el trabajo... si es que ensuciar pañales se le puede llamar así. Fue inevitable que mis padres y mi madre se enteraran. Luego de tantas cosas, como repetidas camas mojadas y pantalones sucios de camino a casa... ya era mejor para mi prevenir que lamentar. Aunque yo siempre me lamentaba de llevar pañales y no poder evitar usarlos tarde o temprano.
—Lucas, es tu turno –dijo una enfermera acercándome un vasito de plástico.
Estaba ahí por pruebas médicas, no sabía que me estaba pasando, pero me temía ya fuera algo muy serio.
—Animo, Lucas. Aquí te espero —dijo Dan con una sonrisa reconfortante, sentado también en la sala, viendo una revista de chismes que seguro estaba por ahí.
Respiré hondo y entré al baño con mi vasito, quitándome el pañal y sentándome en la tasa, esperando que saliera un poco de orina para depositar en él. El pañal aun seguía seco, pero por lo general siempre lo mojaba más o menos por las mismas horas. Tomé mucha agua en la sala de espera solo para asegurarme.
Finalmente, luego de unos 20 minutos, salió un chorro que no tenía previsto. Me asustaba saber que podía salir sin yo sentirlo un poco siquiera.
Dejé el vasito en un estante, y salí luego de acomodarme el pañal y el pantalón.
Dan ya no estaba, lo busqué por las máquinas expendedoras y de rato apareció a mis espaldas, agitándome un poco, como si quisiera asustarme.
—Tranquilo —dijo al notar que no me hacía gracia —ya se llevaron tu muestra, seguro que notarán la causa de tus problemas.
Volvimos a la sala de espera, esperando por los resultados. Normalmente tardaban un par de días, pero mi tía habló con los doctores y dando un poco de dinero extra, le aseguraron que en menos de una hora estarían listos los resultados. No esperamos mucho cuando una doctora salió del laboratorio con un papel y se sentó en la sala con nosotros. Por suerte no había nadie más en el laboratorio.
—Bueno muchachos, tengo los resultados —dijo con una sonrisa —. Parece que todo está en orden. La muestra de orina no muestra nada raro, niveles estándares. Nada de infecciones ni bacterias raras.
—¿Que dice? ¿Entonces, qué me está pasando? —pregunté casi a punto de las lágrimas.
—No lo sé, pero no es nada de tu cuerpo. Está muy saludable, recomendaría ver el lado... mental.
—¿Mental? —cuestionó Dan.
—Si bueno, la adolescencia a veces es una etapa difícil, podría necesitar algo de ayuda. Sus problemas pueden estar en su mente.
Mi mente...
Nos fuimos del laboratorio clínico con un silencio solemne y tristeza en el aire. Mi mundo se desmoronaba y ahora sentía que en verdad me estaba volviendo loco.
Recorrimos el camino a mi casa en silencio. Dan aparcó cerca de mi casa y me miró con rostro preocupado.
—Pasé lo que pase estaré para apoyarte, primo.
—Gracias —dije secamente.
—¿Quieres te ayude a decirles a mis tíos?
—No... no, yo puedo con eso.
Giró su vista a mis pantalones, que ya se veían abultados.
—Y... ¿Quieres ayuda con eso?
Suspiré, sabiendo que mis padres no me tomarían en serio con un pañal hinchado y mojado.
—Sí.
El abrió la puerta trasera del auto, y usando el asiento trasero como mesa para cambios, me ayudó a cambiarme a un pañal fresco, tan rápido y eficaz como siempre, que no pasó por mi cabeza que algún vecino fuera a verme expuesto hasta que terminó y ya estaba abrochando mis pantalones. Me despedí de él y me dispuse, con papeles en mano, mostrarles a mis padres los resultados de los análisis.
—¡¿Nada?! ¿Estás en perfecta condición y aún así llegamos a esto? —dijo mi padre con frustración, golpeando la mesa de la cocina.
—Cariño, tranquilo. Lucas debe estar pasando por mucho estrés... —mi madre estaba igual de consternada, pero intentaba estar tranquila ante la agresividad de mi padre.
—¿¡Estrés!? ¿Y es normal librarse del estrés mojando y ensuciando pañales como un bebé? ¡Tiene 16 años, maldita sea! ¡Se supone que ya habíamos pasado esa etapa!
—Amanda conoce unos buenos terapeutas psiquiátricos, hay uno muy bueno en el centro. Atendía a Dannie cuando tenía depresión.
—¿Dan con depresión? —dije incrédulo, ya me costaba imaginar al señor positivo, incluso si antes no lo era tanto, como una persona depresiva.
—Si, Lucas. Mañana llamaré a tu Tía, veremos ese doctor para ver qué nos dice.
Acepté a regañadientes, ¿qué más opción tenía? Me sentía como un niño indefenso, a quienes los mayores debían arrastrar de un lado a otro a su antojo. Subí a mi habitación, me desvestí y me arrojé sobre la cama solo en mi pañal. Escuché el ruido del plástico debajo de las sabanas y suspiré lleno de frustración. Mamá lo había puesto luego de tres días seguido de encontrar la cama empapada. Ya solo quería dormir y olvidarme de todo por un rato, cuando llegaron mensajes de mi novia al celular.
Katie: Donde has estado toda esta semana??!
Katie: No he sabido nada de ti por bastante tiempo.
Katie: qe pasa??
Lucas: Nada. Solo he estado ocupado.
Katie: No quiero ir a ese concierto si tengo que dejar de verte en las vacaciones.
Lucas: hablas enserio?
¡Me volvía loco! ¿Entonces todo lo que he hecho no vale de nada? Sí, quizá debí renunciar desde hace tiempo. Sentí la necesidad de alejarme de esa guardería. La detestaba, detestaba los pañales, a esos niños, todos levantando sus manos y pidiendo permiso para ir al baño mientras yo hacía de mis pañales mis baños enfrente de ellos como en un espectáculo.
Lucas: Tienes razón, mañana renunciaré.
Katie: Gracias :) Eso espero. Descansa.
Lucas: Tu igual amor.
Sí, renunciar, quizá eso hubiera sido perfecto. Pero igual lo que no sabía era que desde mañana ya no iba a ser "mi trabajo" como tal.

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El Chico nuevo de la guardería
General FictionLucas es un chico que quiere algo de dinero extra para un concierto. Las opciones se le acaban y tiene ahora que trabajar en la guardería de su tía. Aunque dudo que al final le paguen por mojar pañales y ser un bebé...