Capítulo 20 - SALVADOR Y DROGODEPENDIENTE II

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MOISÉS: Ja ja ja... que no hombre, que te lo digo en serio, hostia.

JESÚS: Ja ja ja, es que me recuerdas al Eugenio, que el cabrón no se reía ni con sus propias paridas.

MOISÉS: Mira, lo que te estaba diciendo joder, que la Sindi era una que iba a mi clase en cuarto de EGB...

JESÚS: ¿Tenía buenas peras?

MOISÉS: Uy sí, ya lo creo.

JESÚS: Ja ja ja. ¿Y cómo es que la llamabais la Sindi? ¿Era extranjera o algo?

MOISÉS: No, si es que la llamaban la Sindi porque no tenía dientes.

JESÚS: ¿Cómo?

MOISÉS: Claro hombre, la Sindi... la 'sin dientes'.

JESÚS: ¡JA JA JA JA JA! ¡La sin dientes! ¡JA JA JA JA!

MOISÉS: ¡Ja ja ja! Sí, eso mismo. Luego con los años le pusieron una prótesis y dejaron de llamarla Sindi.

JESÚS: ¡Ja ja ja! Y luego ¿qué? ¿Cómo la llamabais?

MOISÉS: La llamábamos la Condis.

JESÚS: ¡JA JA JA JA JA JA! ¡Es que me parto la polla contigo, cabrón!

MOISÉS: Ja ja ja ja.

JESÚS: ¡El reino de los cielos es un estado del corazón, no algo situado por encima de la tierra o que llegue tras la muerte!

MOISÉS: ¡JA JA JA JA JA! ¡Estás como una puta cabra, mamón!

Menudas risas que se echaban, lástima que llegó el día en que se terminaron la piedra china y toda el agua de los cactus en un radio de veinte metros a la redonda así que, por tal de no sucumbir al monazo o morir de inanición en aquella cueva mugrienta, acabaron decidiendo que se levantarían y que cada uno tomaría su camino.

JESÚS: Venga pavo, hasta la vista.

MOISÉS: Venga nen, que te la pique un pollo.

De los días que pasaron juntos viviendo en el desierto recopilaron todo el material en un libro que escribió Moisés –porque Jesús aunque era universitario apenas conocía el alfabeto–, bautizado con el nombre de 'Mi lucha' y que era un compendio de las ideas más revolucionarias que el mesías pretendía transmitir a los hombres de bien para que no cayesen en las garras de los pérfidos maricones.

* * *

Auge y caída

Una vez se hubieron despedido, Jesucristo partió en dirección al bosque en busca de palos que fuesen lo bastante gruesos como para tallar un bastón igual que el que tenía Moisés y éste, por su parte, estuvo pegándole patadas a una piedra hasta que se dejó la espinilla como la caja de un clavicordio. Ambos podían haber hecho grandes cosas juntos, lástima que por tal de no parecer moñigos se abandonaron cada uno a su suerte y ésta no les fue demasiado propicia.

Pocos meses después los maricones del espacio enviaron a uno de sus lugartenientes disfrazado de mujer con la misión de cautivar a Moisés y éste, que se encontraba en un puticlub borracho de pacharascos, mordió el anzuelo –por así decirlo­– y terminó ensartado como un vulgar berberecho. El profeta gritó como un condenado mientras el fraudulento maricón travesti se lo enculaba implacable recostándole con violencia contra la barra del bar. En un intento desesperado por salvarse, Moisés levantó su anillo de casado y trató de invocar al Capitán Planeta para que éste viniese a rescatarle... aunque de nada le sirvió pedir ayuda aquella desventurada tarde en la que, para colmo, acababa de acertar catorce números de la quiniela judía y le iban a devolver setecientos sestercios.

Semanas más tarde Moisés era todo un maricón de segundo nivel que pretendía contraer matrimonio con uno de los ante-pasados de Dana Internacional, la pianista del puticlub, y que siempre será recordado por ser el primer varón que cayó en la –ahora tan famosa– 'Trampa transexual'. Poco más se supo de él, tan sólo que terminó gastando todo su dinero en ropa elegante y sesiones de depilación definitiva.

Peor se le presentó al joven Jesús, que lo único que sacó en claro poco antes de morir fue que hizo bien procurando vivir la vida sin dar palo al agua, o como mínimo buscarse un curro en el que uno pudiera subsistir sin pegar ni sello cobrando por estar con el bullate pegado a la silla todo el día. Su intención era la de viajar a Centroamérica para organizar allí una red ilegal de tráfico de estupefacientes con la que pretendía hacerse rico y respetado pero, al igual que le sucedió a Moisés, terminó saliéndole el tiro por la culata.

Cuando Jesús pasó por casa para hacerse la maleta y pillarle un paquete de Winston a su padre advirtió que sus viejos se comportaban de una forma bastante más extravagante de lo que cabía esperar. El tiempo que Jesús tardó en mostrar una mueca de desconcierto y pronunciar '¿Mamá?' les bastó a los maricones del espacio para abalanzarse sobre él y llevárselo metido en un saco. Tras un largo cautiverio de setecientos días siendo torturado en lo que ellos llamaban 'El sótano de Zed' Jesucristo fue puesto finalmente en libertad, pero con el culo al rojo vivo, como si sus nalgas fueran las luces de freno de un Seat Marbella.

Antes de liberarle los maricones le preguntaron al Señor si volvería a pegar patadas en los cojones. Él dijo que sí y fue por su osadía y falta de asertividad por lo que terminó empalado junto al cuerpo de Vladimir Tepes y la rana Gustavo, muriendo con él su particular descubrimiento sobre el infalible remedio para terminar con la invasión marico-alienígena.

Dicho lo cual, toda esa historia de la cruz, los azotes y la corona de espinas no fue más que otra artimaña astuta con la que los maricones del espacio aprovecharon la popularidad de Jesús para crear el mito y la iconografía entre la sociedad, dándole un nuevo sentido a 'La gran pantomima bíblica', que resultó ser el mismo nombre que le había puesto Moisés al segundo metraje que rodó en vida. Originalmente se trataba de un corto grabado en Súper-ocho durante los 'Cuarenta días de arena y mierda' –así fue como llamaron a su particular experiencia– en el que aparecía Jesucristo puesto de harina hasta las pestañas hablando con acento de Albacete sobre el daño que podrían causar las diferentes corrientes religiosas concebidas a partir del pensamiento homosexual. Una vez que el vídeo cayó en las omnipresentes manos del Gobierno central de los maricones del espacio estos destruyeron la cinta y su concepto original se empleó para reescribir el 'Nuevo pestamento', que fue el último anexo de la Santa Biblia, un compendio incomprensible de ideas estúpidas que los maricones planeaban divulgar por tal de que el ser humano dejase de preguntarse cosas y abandonase toda posibilidad de cuestionar el liderazgo del GCMDE. Así lo hicieron.

Por otra parte resulta harto lógico y evidente que los maricones modificasen el concepto inicial de la Santa Biblia, quiero decir, de lo acontecido con la muerte del mesías y todo eso. Imaginaos que en lugar de encontrar crucifijos en las iglesias, en los conventos, en las aulas conservadoras y en las mesitas de noche de los beatos os encontraseis con esculturas, iconografías o pisapapeles de Jesucristo patéticamente ensartado como una vulgar brocheta. Mal.

El mundo de la publicidad siempre estuvo ligado al de los maricones, es por eso por lo que ya entonces pudieron intuir que un icono así resultaría demasiado anti estético. Una vez decididos a emplear el símbolo de la cruz en lugar del asta, Pablo, uno de los antepasados de Andy Warhol, fue quien tuvo el encargo de diseñar todo el pop-art católico judaico, incluyendo el merchandising oficial, las camisetas estampadas con la cara de Jesús guiñando un ojo y las botellas de agua bendita con diferentes sabores de frutas tropicales.

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MARICONES DEL ESPACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora