Hallazgo

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- ¡Sangre!

El grito lejano de un rebelde alertó a Denis. Al poco tiempo, Nicolás apareció corriendo tras una esquina. 

Alice Madhouse se revolvió en la montura, insegura. Denis se bajó del caballo y se dirigió al niño:

- Muéstrame donde está, muchacho.

- Voy con usted.- dijo Alice. El ejército se encontraba a tan solo una hora de la Bastilla, pero era conveniente estar atento a posibles emboscadas o indicios que pudieran encontrarse por el camino. 

La columna de rebeldes esperó mientras Denis y Alice seguían a Nicolás unos metros, hasta hallar las manchas de sangre sobre el empedrado. No les fue difícil seguir el rastro... aunque lo que descubrieron, por desgracia, no fue de su agrado.

- Por Dios...- Alice no cabía en sí del horror.- Por Dios... Señor Malcombe, ¿es...? Oh, Dios mío...

- Jackes Rousseau.- completó Denis, visiblemente conmocionado. Era la primera vez que mostraba sus sentimientos en público, pero la ocasión lo valía.

Delante suyo, se encontraba el cadáver decapitado de Jackes Rousseau. La sangre aún manaba del muñón encarnizado, cubriendo la superficie de la calle de espeso líquido carmesí. 

- ¿Qué hiciste para acabar así, Rousseau?- preguntó Denis entristecido.- ¿Y qué demonios te trajo aquí?

Se le vino a la mente una idea inesperada, y aunque por un instante no pudo creerlo, finalmente decidió comprobarlo. Le temblaba el pulso por los nervios cuando se acercó con cuidado al cuerpo para rebuscar ansiosamente en sus ropas.

- ¿Qué hace?- gritó Alice, escandalizada.- ¿Está robándole a un cadáver? 

Denis palpó algo en el interior de la chaqueta de Jackes. "Un papel".

Lo extrajo. El trozo de pergamino estaba enteramente cubierto de sangre reseca, por lo que algunas secciones de lámina se habían disuelto o, en otras, la tinta se había corrido por efecto del líquido. Su precaria condición hacía indescifrable parte del mensaje que llevaba escrito, aunque pudiese leerse en su mayor parte.

Denis reconoció la firma en la base de la carta.

- ¿Qué ocurre, señor Malcombe? ¿Qué es eso?

- Una carta de Gerald Fantin.

- ¿A quién se dirigía? ¿Y por qué matarían al general por ella?

- Era un mensaje que iba dirigido a nosotros.- Denis se volvió hacia ella, con los ojos brillantes.- Gerald quiere rendirse. 

Alice se percató, conmocionada, de lo que conllevaba ello. Corrió hacia su caballo y subió de un salto.

- ¡Alto, alto! ¿Qué pretende?- Denis agarró a tiempo las riendas de su animal para evitar que se marchara escopeteado.

- Warren y Jannah se dirigen en estos instantes a la Bastilla para hacer estallar una bomba dentro, ¿usted qué cree?

- Alice, detenerles no es una buena idea. ¿Es que no lo entiende? ¡Que el general pretenda rendirse no significa que tenga autoridad para ello! ¿Por qué cree que hay un cadáver decapitado a nuestros pies? Armand Saujette ha descubierto los planes de Fantin, y ha matado a Jackes para que no entregue su mensaje a los rebeldes. 

- ¿Cree que Gerald Fantin está muerto?

- Conozco a Saujette. Si aún cree que le puede ser útil, no matará al general. Sin embargo, cabe la posibilidad de que...

No acabó la frase, estremecido por aquella posibilidad.

- Denis, si Fantin está retenido preso en la Bastilla, ¡no podemos permitir que estalle la bomba con él ahí dentro! 

- Lo siento, señorita.- murmuró el jefe de Inteligencia, algo apenado.- Pero sabe bien que no podemos suspender un ataque por la vida de un solo hombre... 

- ¡...un hombre popular con influencia en el ejército! ¡Un hombre que pretende ayudarnos ahora!

- Alice, escúcheme.- Denis apretó más fuerte las riendas del animal. La miró fijamente a los ojos, y ella supo que cada palabra que pronunciaba era un tormento para él.- El general pretende ayudarnos ahora, pero la verdad es que ha sido el mayor enemigo de esta revolución hasta que ha decidido cambiar de bando.  Los rebeldes no arriesgarán la oportunidad de tomar la Bastilla por salvarle a él, a un hombre que no ha hecho más que atormentarles durante todo este tiempo. Usted sabe, tan bien como yo, que Gerald está solo. 

- Tiene razón, señor Malcombe.- De pronto, Alice parpadeó, en un intento por no llorar.- Pero me he percatado que puede suceder algo terrible.

- ¿Más terrible que permitir la muerte de un amigo?

"Sí: provocar la muerte de un amado" Alice le miró desde su altura con una desgarradora expresión de desazón, pero no llegó a responder.  

Desde el instante en que Jannah se comprometió a llevar la bomba a la Bastilla, Alice reconoció al instante la mirada de alguien al que le habían roto el corazón.  

No pudo evitar preguntar a Warren sobre lo que sucedía. 

Y él le contó su historia. 

Se lo contó todo. 

Afligida, Alice puso su caballo al trote para unirse a la columna de rebeldes.

"Pobre Jannah"

La Llamada de la Esfinge [GANADORA de los WATTYS2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora