Capítulo 7: El beso

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Me quedo un poco pillado cuando me lo dice. ¿Qué tiene que contarme? ¿Al final me va a contar por qué desapareció del spa, o por qué es imposible encontrarle por las mañanas? Levanta su cabeza de mi hombro y me mira fijamente con sus ojos negros como la noche. Sí, es una comparación super típica, pero es que son como la noche. Como cuando estás en casa y de repente se va la luz y la oscuridad es total. Dos agujeros negros que te absorben y te pueden lanzar a cualquier otro lugar. Así son los ojos de Mateo.

- Dime.

- A ver, es que no te he contado algo... - empieza a decir. Pero justo llega el autobús al hotel y pega un frenazo. Estamos a punto de caernos del asiento: dos niños han cruzado por delante en el último momento y por poco no los atropellamos. El conductor baja la ventanilla y empieza a gritar a los padres y se ponen a discutir.

Mateo y yo nos miramos y decidimos salir de allí antes de que la cosa de ponga fea. Cuando bajamos del autobús, pienso que Mateo me va a contar lo que quería contarme, pero se adelanta y me deja atrás así que acelero para cogerle antes de que desaparezca de nuevo.

- ¿Qué quieres hacer ahora? – me pregunta.

- Si quieres, vente a mi habitación y te doy el otro libro de Harry Potter, ¿no?

- ¡Genial!

- Oye, y... ¿qué era eso que me querías contar? – le pregunto con disimulo, por si acaso, para que no se asuste.

- Ah, bueno, nada, era una tontería.

- No parecía una tontería – respondo.

- Sí, nada. Te lo cuento cuando nos vayamos a despedir, ¿vale? Prometido – me guiña un ojo y va hacia el ascensor. Yo le sigo, pero no puedo dejar de preguntarme: ¿Qué le pasará? ¿Qué sería eso que quería contarme?

Los dos subimos en el ascensor sin decir ni una sola palabra y, cuando atravesamos el pasillo, voy pensando lo que le voy a decir a mis padres cuando vean a Mateo. "Es mi amigo, lo acabo de conocer". Pues claro, lo mismo que les he dicho a Sofi y a su novio. Y no es mentira, ¿no? Lo de que estoy empezando a obsesionarme con él, mejor dejarlo para otro momento, ¿no creéis? Llego a la habitación, llamo primero a la puerta pero nadie contesta, así que saco la tarjeta y entramos. Estoy nervioso. Estoy muy nervioso. No solo es la primera vez que conozco a un chico que me gusta, sino que es la primera vez que le llevo a mi habitación. Madre mía, ¿y ahora qué?

- Espera, que seguro que tengo el libro por aquí – y entro en mi dormitorio, pero Mateo se queda fuera. Me pongo a buscar 'Harry Potter y la cámara secreta' por todos lados, pero no lo encuentro. ¿Dónde lo habré metido? Miro en todos lados, pero no lo encuentro. En el armario, en el baño, en la maleta... ¡Ah, joder, en la mochila! Ahora la pregunta es: ¿dónde está la mochila? Me agacho para mirar bajo la cama y ahí está, al fondo. Estiro el brazo pero no la alcanzo. ¿Cómo coño habrá llegado hasta ahí?

- ¿Necesitas ayuda? – dice una voz tras de mí. Salgo de debajo de la cama y le miro. Ahí está Mateo, de pie frente a mí.

- No llego a la mochila. Está ahí abajo.

- ¿Has probado a mover la cama?

Mateo rodea la cama y la mueve un poco, dejando espacio suficiente para meter la mano y sacar la mochila.

- ¿Esto es lo que buscabas?

- ¡Sí! – y le quito la mochila de la mano. La abro y saco el libro.- Este es el segundo de los libros.

- Joder, genial. Muchas gracias, Enric – no sé si es su voz, la situación, o la forma que tiene de decir mi nombre, pero os juro que me recorre un escalofrío todo el cuerpo. De la cabeza a los pies.

Luna de estrellas (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora