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-Tanto leer esas novelas de amor inflama los sesos, nena... ¿No ves? Ya estás imaginando que se te apareció un enamorado invisible...

Tal como cuando había bautizado a la vivienda como "la casa viva", nuevamente había acertado en la denominación de los raros fenómenos que se estaban desarrollando allí. Pero tan sin sospecharlo...

El muchacho trató de convencer a su hermana de que allí no pasaba nada extraño, pero lo cierto era que no podía dejar de pensar que sí aunque -como varón- le costaba reconocer sus propios miedos frente a Greta: "Pérdida de imagen, seguro". Y cuando ella le agradeció la cantidad de caracoles y piedritas con los que había encontrado llena bota de cerámica, Marvin le mintió y admitió haber sido él quien había juntado esos regalitos.

Pero la verdad era que no.

¿Quién, entonces?

Después de almorzar y dormir una breve siesta, los hermanos decidieron bajar a la playa a juntar almejas.

-Cuando vengan papi y mami vamos a recibirlos con un festín.

Y allá fueron los dos, con baldes y palas y estuvieron recogiendo los bichos hasta el atardecer.

Cuando regresaron a la casa, encontraron las paredes muy sudadas, como si fueran organismos vivos que habían soportado -estoicamente- los treintas y pico de grados de temperatura que había hecho esa tarde.

En el sofá de la sala, la presión sobre los almohadones indicaba que alguien había estado descansando allí.


¡SOCORRO! ( 12  cuentos para caerse de miedo) Elsa BornemannDonde viven las historias. Descúbrelo ahora