Capítulo 41: Mi primer contrato de esclavo

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Mire fijamente al hombre que tenía frente a mí, a pesar de tener una complexión robusta, se veía débil, tenía la piel digna de un trabajador de campo; bronceada, su estatura era de aproximadamente 1.75 mts, ojos y cabello color negro.


La chica tenía la piel apiñonada, media aproximadamente 1.70 mts, sus ojos eran color miel, su cabello negro y corto el cual parecía haber sido arrancado a mordidas.


Lo único que llevaban era una túnica gris hecha de trozos diferentes de telas, la cual tenía varios agujeros de diferentes tamaños esparcidos aleatoriamente. Se podía apreciar de entre los harapos varios moretones.


Por una extraña razón sentía una incomodidad viniendo de aquella pareja, pero no podía imaginar que era o al menos no lo intuía.


— ¿Y acaso debo preocuparme?, apenas los conozco, no sé si me mienten y realmente no gano nada dándoles de comer y traerlos hasta aquí.

—Lo siento... — la chica empezó a llorar — Hernán, yo no quería... — su voz empezó a desvanecerse poco a poco — que pasara esto... perdón — y cayó en un mar de lágrimas.

—No tienes por qué ponerte en ese estado, yo soy el único que debe pedir perdón — se levantó de un movimiento de la cama y con determinación dijo — está bien, haz la prueba conmigo.

—No... espera... no puedes...


En ese momento Hernán se acercó a la chica, la abrazo y susurro algo al oído. Y como si fuera magia o una habilidad cayó dormida.


— ¿Pero qué es lo que acabas de hacer? —estaba sorprendido.

—No te preocupes, así no nos molestara.

—Muy bien, pero ¿tu estas bien con eso? —pregunté.


Su cara parecía deprimida.


—Si me llega a pasar algo...

—Está bien — lo interrumpí — no te preocupes, cuando despierte le puedes decir todo lo que sientes, por ahora es mejor que me digas que es lo que tengo que hacer.

—Sí, gracias.


Saco de su manga unos papeles muy arrugados e intento devolverlos a su forma original.


—Por lo que se, el contrato de esclavitud puede ser por algún tiempo limitado o por el resto de nuestras vidas, en este caso fue por un mes, pero antes de llegar a los veinte días fuimos devueltos.


«Aun no puedo acostumbrarme a la diferencia de días»


—Bueno — siguió hablando el hombre — el contrato no fue anulado por el comerciante, así que al hacer un cambio de dueño, podemos ser esclavos tuyos por un mes, tal como dictan estos papeles, claro, sin tener que pagar ningún costo.

—Entonces ¿Por qué aquel hombre que los vendió, decidió que ya no eran útiles? — no parecían malos, al menos a mi vista.


Al ser regresados no hay devolución de dinero, pero si un pago por productos de mala calidad, así que el enojo del comerciante fue el no tener suficiente ganancias con nosotros, así nos ganamos estas pulseras —señalo con su mano el artefacto.

Game of the Gods: Journey to a fantasy world Anture (Historia en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora