Mí vida fue tranquila hasta que un día eso cambio, yo cambié, y lo conocí a él.
Sus preciosos ojos claros son la cura, y yo quien los necesita para apagar este descontrolado tormento.
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#Esta historia es completamente Mí...
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Cuando era pequeña, lo que más me afectaba, era ver como todas las niñas caminaban de la mano de sus padres, mientras que yo solo tenía a Sebastián.
Por supuesto, nunca pensé que él fuese poco, porque siempre hizo todo lo que estuvo a su alcance para darme lo mejor posible.
Pero eso no evito que me hiciera preguntas, que sintiese por dentro que algo me faltaba.
Sebastián al principio evitaba hablar del tema, pero al final no le quedó otra opción que contármelo.
Alma vivió un tiempo en Seyh junto a mi padre. No me dijo específicamente en qué parte del reino, pero que después de unos años, debido a las diferencias que tuvieron, ella decidió regresar a Becka. Cuando llegó al campo de los abuelos, sus padres, días después descubrió que estaba embarazada de mí.
Por lo que su plan de quedarse unas semanas y luego irse de vuelta se arruinó. Durante todos esos meses, se mantuvo oculta en la casa. Aunque a la abuela no le agradaba la idea, se encargó de cuidarla y atenderla para que nadie sospechara, especialmente mi padre. Alma sabía que, si él se enteraba de mi existencia, no le permitiría irse.
Cuando nací, y tras unos días de recuperarse del parto, una noche de verano, decidió marcharse sin mirar atrás. Dejándome a cargo de los abuelos, que pensando que sería como mi padre; un lobuno, y aterrados por la situación, le enviaron un mensaje para informarle de mi existencia.
Sebastián también me contó que esa noche, Alma se dirigió a las fronteras de Becka con un grupo grande de personas que, por razones que aún no comprendo, querían huir del reino. Sin embargo, solo lograron llegar hasta el bosque oscuro.
Porque todos ellos, incluida mi madre, murieron a manos de los acechadores, y quienes consiguieron avanzar un poco más, fueron atacados por los lobunos que merodeaban esas zonas ya pertenecientes a Seyh.
Por lo tanto, no entiendo como mi padre puede llegar a pensar que ella sigue con vida. Es algo imposible de creer. Así que de solo recordar como me abandono aquí para perseguir a un fantasma, y planea hacerlo de nuevo, hace que me duela el pecho y que el poco humor que conservo se esfume.
Me detengo y paso una mano por mi frente, agotada. Incluso después de todo lo que ocurrió, "mí castigó" por ser la causante de que se destruyera el rosedal, continúo con normalidad, aunque está vez en la mansión del Demonio, mi anterior prisión, que por lo visto es a dónde siempre termino regresando, y como las explosiones destruyeron también la parte trasera del jardín, me enviaron aquí a limpiar toda la zona.
—¿Como permiten que esa corriente aún permanezca aquí? —escuché un murmullo a mí espalda.
Cuando volteó me encuentro con dos empleadas que nunca vi, sacándole conversación al guardia que no aparta los ojos de mí.