Día 16: Encantado

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Con furia que no logró contener apretó la flor entre sus dedos. No permitiría que su sobrino se uniera a alguien que lleva la suciedad en la sangre a pesar de que se había mostrado que también corría sangre noble por sus venas.

Qué los Cielos los perdonaran, pero no permitiía que esa unión se llevará a cabo.

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Año tras año se repitió la ceremonia con la esperanza de que fuera un error y algo pudiera cambiar, sin embargo siempre encontraban como resultado, la misma lectura. Por más que rogaban con devoción a los Dioses del Cielo, erigieron templos y quemaron cantidades infinitas de incienso, estos no parecían tener la intención de cambiar su decisión.

A los dieciocho años del príncipe Lan XiChen, los oráculos indicaron que era momento que el heredero se encontrara con su persona destinada. El encuentro debía ocurrir en un mes o se perdería la oportunidad de conocer el amor verdadero trayendo consigo grandes males venideros.

El príncipe esperaba con ilusión ese día, ya que año con año quedaba más prendado de la hermosa imagen que había visto crecer como un espejismo en los pétalos de flor.

Pronto el día llegó y la emoción que embargaba a Lan XiChen no podía ser disimulada, se preparó desde semanas antes para el encuentro; sin embargo no contaba con que ese día las desgracias parecían haber puesto una marca oscura sobre su familia. Su padre enfermó y su hermano menor cayó del caballo mientras practicaba para una exhibición de equitación del mes próximo.

Lan QiRen había insistido en que no debía ir al encuentro o él mismo corría el riesgo de encontrarse con el infortunio, el destino siempre da una segunda oportunidad y quedarse junto a su familia era lo más importante.

Al principio no se atrevió a negarse y quedó al pendiente del cuidado de sus familiares, hasta que su hermano le confesó con todo el dolor de su corazón que todo había sido un sucio truco para evitar su reunión. No debía dudar más e ir al encuentro de su persona destinada.

Lan XiChen salió de la Profundidad de Nubes cabalgando a todo galope del caballo, dejando así la montaña atrás. Los tonos purpuras y rojizos potenciados por los últimos rayos del sol comenzaban a dar paso a un azul profundo en el cielo.

Temía no llegar a tiempo, debía llegar antes de que el último rayo de sol desapareciera del firmamento, entonces su oportunidad habría escapado.

Con el corazón latiendo desenfrenado y habiendo dejado al caballo a la entrada del lugar en dónde sería el encuentro, el último rayo se esfumó en firmamento antes de que siquiera, pudiera mirarlo.

Sólo debía dirigir su mirada hacia enfrente, pero el cansancio le había hecho presa y se había dirigido hacia el suelo cuando cayó con sus manos sobre sus rodillas tratando de recuperar el aliento. Sólo alcanzó observar los largos cabellos castaños que ondeaban en el viento.

Una sonrisa en un rostro difuso fue la despedida antes de que su amor destinado desapareciera en forma de pétalos que fueron arrastrados por la brisa, así como los de la flor que hace muchos años atrás había destrozado su tío.

Un emisario de los Cielos descendió, tal vez conmovido por la forma en que Lan XiChen de rodillas golpeaba el suelo con los puños suplicando por una oportunidad. Se veía tan devastado que no pudieron ignorar su clamor.

Ya que el tiempo por el que había llegado tarde se podía considerar insignificante, los Cielos decidieron que les darían la oportunidad de volverse a encontrarse pero con una condición:

Cada año de la última flor que extiende sus pétalos en el Jardín del Destino durante la primera luna llena de octubre nacería el hermoso joven de cabello castaño, pero desaparecería al aparecer el primer rayo del sol y no lo volvería a ver hasta que el próximo año la peonía de su destino floreciera una vez más.

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