Poder sobre ti.

147 23 9
                                        

Todos dormían y esta era su verdadera oportunidad. Salió de su habitación con sigilo, asegurándose de que realmente no hubiese nadie que significara un obstáculo para su misión. No tenía su espada, pero eso no significaba un problema para él.

- Hazlo, Castiel. – Susurró la voz en su cabeza.

Naomi tenía el control de nuevo finalmente. Lo haría rápido y sin problemas. Después de lograr esa misión, Castiel no se resistiría más a sus órdenes, estaría demasiado dolido para hacerlo.

El rubio ángel trabajaba en un caso, leyendo un libro que Sam no podría terminar de leer en toda su vida. Ya iba por la mitad y lo recorria rápidamente. Por la mañana, la información estaría analizada y serviría de ayuda para el cazador menor, lo cual lo hacía sentir útil.

Solo la luz de la lámpara de la mesa le alumbraba, dibujando suavemente su silueta contra el suelo. Pasaba página tras página, sin escuchar los sigilosos pasos que se acercaban por detrás. De nuevo, era evidente que su entrenamiento era básico, y que no tenía ningún conocimiento o defensa para descubrir al acechante detrás suyo.

En cambio, Castiel era un soldado experimentado. Mirada fija en su objetivo y entorno bajo control. Ni un insecto podría hacer un movimiento sin que se percatara de ello. Este era su zona de combate y sus habilidades era todo lo que necesitaba tener en su cabeza. Samandriel no era capaz de sentir su gracia porque... solo era una presa fácil.



Cas se los había advertido en cuanto regresó y pudo hablar a solas con los Winchester, nada sería suficiente para detenerlo. Essstaba tan seguro de ello que intento irse nuevamente, pero su cuerpo no estaba lo suficientemente recuperado para llevarlo a ninguna parte.

- Puedo poner tu espada en una caja contra ángeles. – Ofreció Sam. – Y todo lo que pueda dañar a Samandriel.

- No lo entienden. – Lamentó Castiel. – Aún apartado del cielo y con todo lo que he pasado, soy más fuerte que él. Podría matarlo a golpes sin más.

- Podemos esposarte. – Habló Dean. – Encerrado en el calabozo no podrás llegar a él.

- ¿Y cómo le explicamos las razones para que Cas este atrapado? - Objetó Sam.

Samandriel no podía saberlo. No podía enterarse del peligro que asechaba y se trataba de su propio hermano. Cas temía su reacción, pero le aterraba más el pensar que Samandriel no lo vería de la misma forma luego.

Él era su superior, su protector, su confidente. Aunque no le hiciese daño, saber que era posible, destruiría las bases de la adoración que el rubio sentía hacia él.



Naomi casi cantaba victoria cuando supo que todo estaba por llegar a su fin en segundos. Castiel estaba a centímetros del más joven, observando el particular color que su cabello dorado tomaba con la luz de la lámpara, calculando cuan rápido podría matarlo y cumplir su misión.

Estaba todo perfectamente calculado. Tres golpes contra la mesa, otros cinco con sus puños y lo siguiente seria ahogar la gracia del más joven con la suya, aplastándola con tanta lentitud que deseara escapar de su recipiente.

El primer movimiento hacia el chico comenzó la carrera de postas y Naomi sonrió.

- ¿Castiel? – Volteó Samandriel.

El mayor parpadeo un par de veces, sin saber exactamente como había llegado allí. Necesito un segundo para comprenderlo todo, y se maldijo a si mismo.

- ¿Necesitas algo? – Interrogó Sammy, sonriéndole suavemente.

- No... no... - Arrancó las palabras de su interior. – Estoy... solo no quería interrumpir tu lectura.

- Está bien. – Apartó una silla a su lado. – ¿Lees conmigo?

- Por supuesto. – Devolvió la sonrisa y se sentó a un lado del rubio, pasando su brazo por encima de la silla ajena.

Naomi no tenía idea del enemigo inocente al que se enfrentaba. Samandriel tenía más poder sobre Castiel que el mismísimo Dios. 

My Only Exception.Where stories live. Discover now