La castaña lo voltea a mirar con sus labios fruncidos, confundida y molesta.
-¿Quién es ella?-
El pelinegro suspira, girando su cabeza para ver, a lo lejos, la chica que reía y saltaba por todo el lugar.
-Ella es Dagger...la que lo cambió todo-
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-Mike-
Él alza la mirada de repente, viéndola.
-¿Si?-
Ella suspira acabando de darse la vuelta, abrazando ese oso de peluche a su pecho fuertemente. Suspiró.
-¿Re-recuerdas ese día, en...la cabaña?-pregunta, haciéndole fruncir el ceño-. Estabas hablando, con Max-
El ruloso se veía bastante confundido ante aquello.
-Ahh, no, no creo que lo recuerde-niega. La castaña suspira.
-Estabas hablando sobre...tus sentimientos, de tu corazón-dice.
Ahí es cuando él abre sus ojos como platos, recordándolo, poniéndose nervioso al instante.
-¡Oh! Wow, vaya, eso fue hace mucho-dijo, bajo la fija mirada de la chica, él carraspea su garganta, mirándola-. Si, creo que recuerdo, discutíamos en medio de todo el calor de el asunto y...no recuerdo lo que...-se rasca la nuca-¿Qu-qué dije exactamente?-
-Mike...-susurra viéndolo.
Ella se acerca con unos detenidos pasos, quedando frente a él y sujetando una de sus mejillas, mirándolo con inocencia.
-También te amo-murmuró con una dulce sonrisa.
Para después ponerse de puntillas y juntar sus labios con los de él de una manera desesperada pero al mismo tiempo tierna. Él no respondió, se había quedado con los ojos abiertos, sorprendido.
Cuando el beso acabó, ella lo miró con todo el amor que sentía, le dedicó una pequeña sonrisa, y luego se dio la vuelta.
Dejándolo solo en esa vacía habitación.
| Meses después |
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| Hawkins, Indiana |
El muchacho estaba acostado en el suelo, mirando al techo fijamente, sin parpadear, y con sus labios entreabiertos.
