-Oh, Jesús-suspiré aliviada, ríendo. Rodé los ojos divertida y miré al cielo, la luz extinta del sol escondida detrás de gigantescas pinceladas de nubes grises que avanzaban hacia el norte. Un rubor rosáceo tiñó mis mejillas hinchadas cuando pensé en esos detalles sucios que Lina había mencionado. Me causó una gracia amarga porque hacía solo un par de días deseaba acostarme desesperadamente con Roger. Ahora no estaba tan segura de querer hacerlo, ahora, cuando la oportunidad estaba a al alcance de mis manos, quería echarme para atrás y correr a esconderme.

Ahora tenía miedo.

-Eres una pervertida, Lina-gruñí negando todavía risueña con la cabeza-. No llegaré a esos extremos con él.

-Sí, sí que lo harás. El señor-soy-puto-Taylor-que-antes-odiaba-a-_______. Va a cogerte en medio del centro comercial si es necesario, pero solo porque eres tú. Y serás la envidia de todas esas mocosas de primer año que mueren por tener sexo con él. Serás una ídola, _______-Lina colocó sus pesadas manos sobre mis hombros y los apretó; yo rechiné los dientes porque eso suponía un dolor infernal en mi clavícula. Su voz solemne no logró tranquilizarme en lo absoluto-. Mierda saltamontes, debes ser muy especial para él.

-¿Especial? ¿Por qué lo dices?

Mi amiga miró hacia ambos lados y se inclinó un poco hacia delante. Me hizo señas con una mano para que me acercara, su voz me hizo cosquillas en la oreja cuando me susurró:

-No preguntes cómo lo sé pero...se dice que Roger Taylor es vírgen. Y por lo que oí en el Sgt Pepper's...tú no eres simplemente su putita.

(...)

El sol brillaba blanco sobre nuestras cabezas mientras Roger conducía su descapotable negro a toda velocidad en dirección hacia el final aparentemente inexistente de la carretera. Para estar en uno de los meses más fríos de Inglaterra, la luz del sol era picante y poderosa, brindándonos esa maravillosa sensación de estar a principios de junio. Extendí una mano hacia fuera y permití que el viento se colara entre mis dedos, acariciándo esa sensación de libertad y adrenalina que no había sentido antes. Mi cabello se elevaba por el aire; negro, largo y reluciente. No tenía idea de hacia dónde nos dirigíamos, pero siempre y cuando fuera con él, estaría dispuesta a bajar hasta el mismísimo infierno y enfrentar al Hades con mis propias manos. Roger me hacía amar la vida, tanto como para arriesgarla por él.

Eché la cabeza para atrás y me dejé llevar en este éxtasis de plenitud que me envolvía ahora mismo, aquí, en el Mercedes negro de Roger. A su lado, como se suponía de debía ser desde un principio. Era uno de esos momentos en donde empezabas a amar la vida y te olvidabas de complacer a tus padres, tener buenas calificaciones y sólo por un rato abandonabas aquella maldita presión de querer entrar a una de las mejores universidades del mundo sólo para sentirte bien contigo mismo, aunque supieras que en el fondo nunca sería así del todo. Y quizás por eso hacía este tipo de cosas con Roger ... Para encontrar el verdadero sentido de la vida, o en mi caso, simplemente encontarla y punto.

-Ganaste ______, felicitaciones-me dijo cuando nos encontrábamos sentados en una de las mesas del Sgt Pepper's Lonely Hearts Club. Esperábamos nuestra órden de patatas fritas, soda dietética y hamburgesas vegetarianas-. Nunca pensé que aceptarías faltar un día a la escuela. Estoy impresionado.

-¿Me estás llamando nerd?-Me incliné hacia delante y entorné los ojos, tratando de imitar su media sonrisa-. Puedo ser tan o más mala que tú, Taylor. Acabas de comprobarlo, niño bonito. Vamos, quiero saber qué sigue en tu lista.

Él apoyó los codos sobre la mesa y juntó las yemas de los dedos justo en frente de sus labios. Su mirada me repasaba meticulosamente, como si fuera un rayo láser que escaneaba mi información para enviarla y procesarla en su cerebro. Se veía sensual, sexy, inteligente. Y virgen.

ᴛʀᴏᴜʙʟᴇ ʙᴏʏ| ʀᴏɢᴇʀ ᴛᴀʏʟᴏʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora