Capítulo 18: El Pantano de la Desesperanza.

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Comenzaron su camino a través de las oscuras montañas, atravesando senderos y valles para poder llegar al pantano.

Por su parte, Iida, Sero y Aoyama se habían detenido para comer algo y seguir con su camino. Lo que más les pidió Bakugō fue que viajaran de noche, para no perder el camino de Orión.

-Hanta, ¿puedes ver el fuego? Iré por algo de comer.

-Claro.

El rubio Elfo llegaba con agua. La dejó al lado de Sero. El peliazul se encaminó en busca de alimento.

-Le gustas- dijo de pronto Hanta.

-¿A quién?.

-A Tenya.

Aoyama se puso cómo tomate.

-Ideas tuyas- respondió sin mirar.

-No lo son. Tenya no es mucho por la cacería o colecta de alimentos. Pero tal parece que no quiere que su Imperial tenga hambre.

Yuga sentía que su rostro iba a estallar, miró a lo lejos aquélla figura alejarse en la oscuridad.

-Deberías acompañarlo- le dijo Sero juntando la leña- Entre dos es más rápido encontrar comida.

-¿Tú crees? Yo pienso que puede molestarse- dijo acomodando las cosas al lado de la fogata.

-No se molestará, al contrario, creo que estará feliz, que lo ayudes- dijo el pelinegro haciendo énfasis en la última parte.

Aoyama se enderezó y caminó en dirección donde vió irse a Iida. El oscuro bosque podía confundir a cualquiera. Fue entonces que cerca de unos matorrales vio al peliazul agachado, acechando a su presa.

Al sentir que alguien se acercaba, Iida se paró rápidamente apuntando con su flecha al recién llegado.

-Guoo- dijo Aoyama colocando sus manos frente a él- Soy yo- susurró.

-Lo lamento criatura, creí que era un enemigo.

La voz de Iida era suave, sus ojos tenían un brillo especial, bajo la luz de la luna.

-Lo siento- dijo Aoyama- ¿Te puedo ayudar?.

-Allá hay tres liebres. Pero necesito un tirador más.

-Bien- el rubio Elfo se puso al lado del Mortal y sacó su arco, puso dos flechas. Iida a su lado apuntaba con la suya.

-A la cuenta de tres- susurró Tenya- Uno, dos, tres...

Las tres flechas salieron disparadas, dando en el blanco.

-Eres diestro con las flechas, Yuga.

-Son las enseñanzas que nos dio el Capitán Amajiki y Mashirao, son los mejores con el arco.

Fueron a buscar las liebres. Iida las guardó en su morral, cuándo de pronto escucharon voces ilegibles. El peliazul tomó rápidamente a Yuga y ambos fueron a dar tras los arbustos, el rubio quedó bajo el cuerpo del Mortal.

-Lo sé, lo sé maldita sea. Esas escorias de humanos y Elfos están tras el Anillo Corrupto.

-Sí, sí, pero siguen el camino al Pantano, morirán de todas maneras- respondió otro.

-Kron dijo que estuviéramos atentos. Hay un grupo pequeño que viaja camino a las Pirámides. Debemos alcanzarlos- dijo el tercero.

Los tres orcos se pusieron en marcha, alejándose, gracias a su suerte, lejos del camino donde estaba Sero.

-Maldita sea, nos siguen- dijo Iida que aún no se levantaba de encima.

-Tendremos que ir con cuidado- habló Yuga, se encontraba sobre el pasto. Una de sus piernas estaba flectada, haciendo que la ropa cayera y se le viera la blanca piel de su pierna- ¿Tenya?.

Reino de Cristal ❄️💥 [BakuTodo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora