Doce

1.1K 197 9
                                    

Seungmin tomaba fuertemente la mano de Hyunjin mientras lo arrastraba a una tienda de ropa.

— ¿Qué opinas de esta? —preguntó el pelirrojo hacia el castaño una vez estuvieron adentro, llevando en las manos una camisa de botones color celeste.

— ¿No es muy descubierta? —reprobó discretamente el mayor al notar el cuello V de la prenda.

Seungmin frunció el ceño en confusión y observó la camisa para luego encogerse de hombros.

—No, así me gusta —respondió.

—Entonces llévatela.

Seungmin sonrió y colocó la prenda en su hombro derecho para continuar observando la demás ropa. Hyunjin se dejó caer en un sillón que encontró, resoplando exhausto. Habían estado desde la mañana en esto y ya eran las cuatro de la tarde, había perdido la cuenta de cuantas tiendas entraron, ¿7? ¿8?, cómo sea.

Seungmin lo llevaba tienda tras tienda sin parar, emocionado por la hermosa ropa que encontraba. Y sí, tal vez aprovechó en comprarse algo también cada que veía algo llamativo a su gusto, pero en todo el día solo llevaba dos prendas y de una sola tienda, pues con el tiempo se cansó de mirar y prefirió esperar al pelirrojo. Cómo ahora hacía.

A lo lejos Seungmin le hacía una señal de que lo esperaba mientras se adentraba a un vestidor con cuatro prendas. Cuando desapareció de su vista se permitió soltar un quejido mientras una mano recorría su rostro, estaba agotado. Sus pies ya no daban más, sentía como si pisara vidrios a la hora de caminar. ¿Acaso Seungmin no se había cansado ya?

Se sentía fastidiado desde hace horas.

Él no era de salir y recorrer todas las tiendas o explorar lugares, uno: para eso estaba el Internet para comprarlo desde ahí, y dos: si quería ver un museo o algo lo podía buscar y ver en Internet fácilmente.

Pero allí estaba siendo nuevamente arrastrado por Seungmin hacia otra tienda cuando dijo que las cuatro prendas que llevaba, ninguna le había convencido del todo.

Y si se dejaba hacer, era únicamente por Seungmin. Con nadie más lo haría, ni loco. Pero cuando se trataba de ese pequeño pelirrojo, todo era diferente.

—Creo que podríamos ir a la otra cuadra, hay más variedad... —murmuró Seungmin pensativo.

Hyunjin finalmente tuvo que detenerlo al ver que ya no iba a aguantar más.

—Seungmin, ¿no crees que ya llevas lo suficiente? Quiero decir, mira, tienes cuatro bolsas, todas repletas de ropa. Sinceramente no creo que esto quepa en tu armario...

— ¿Estás exhausto, cierto? —insinuó alzando una ceja.

— ¡Cómo no tienes idea! —se soltó el mayor haciendo un semblante derrotado.

Seungmin rió y caminó hasta él.

—De acuerdo, Jinnie. Tienes razón, ya llevo demasiado. ¿Qué opinas si te invito a un café? Para recompensar tu aguante hacia mi obsesión por las compras —sonrió enseñando toda su hilera de dientes.

—Te lo agradecería, Seungmin... —suspiró aliviado.

—Vamos —el menor tomó su mano y nuevamente lo guió, ésta vez hacia una cafetería que se encontraba allí cerca.

Cuando entraron, el olor a café entró de golpe en sus narices, deleitándoles con su exquisito y fuerte aroma. Caminaron hasta una mesa de dos y sentaron, cuando los atendieron, Hyunjin pidió un capuchino y Seungmin un expreso.

—Ahg, me duelen los pies... —se quejó Hyunjin.

—A mí también —le siguió el contrario.

PRIDE CLUB; [HyunMin] -αdαpтαcιóɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora