Conferencia de tres almas

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Relato seis 6
Conferencia de tres almas.
Cuando nunca imaginaste tu realidad.

Yo soy lo poco que queda, casi nada de lo que fui alguna vez, desperté en un momento y me di cuenta lo que estaba pasando.
      ¡Yo no lo había matado! Ni siquiera podía imaginarme hacer lo que estaban haciendo.
       Esa madrugada me senté en la cama mientras pensaba la manera de entregarme, y aparecieron ellas, una de cada lado. Maleva dejó su pipa en mis pies y se fue a calentar agua en una pava eléctrica que tenía en la habitación, la otra soltó un cuaderno de tapas negras donde escribía las historias, y fue por el mate... ambas me miraron como riéndose de mí.
Maleva__ Piénsalo bien, lo primero que harán es ponerte bajo rejas y no podrás disfrutar de nada, ni siquiera podrás ver a tu pobre abuelo enfermo, cada mañana, que será de él, sin ti.
Chica del sombrero negro__ Nunca olvides el dolor que te causo aquel que se fue, y la noche en que ellos abusaron de ti, solo queríamos ayudarte a ser libre, solo tienes que dejarnos seguir con esto, veras que al final todo será un hermoso sueño.
      No podía detenerlas, no sabía cómo detenerlas, me llevaron al abismo de los recuerdos, me trataron como un alma débil que aún llora sus infortunios.
      Tomé la decisión de seguir, seguramente en el camino encontraría la manera de poder detenerlas, estaba asustada, y fui con ellas al lugar sin nombre donde estaban los que quedaban. Recuerdo haber entrado, todo me conocían y yo no sabía quiénes eran. Ellas me decían donde sentarme.
     Chica del sombrero negro__ allí está el menor de los Hernández, ve y dale un beso, dile que lo extrañaste.
     El lugar a los ojos era horrible, la luz tenue realzaba sus cortinas de mal gusto, todo olía a whisky barato mezclado con cigarrillo, perfume que se fundía en el sudor de las pieles.
     Miré la barra y allí estaba, un hombre de unos 40 años, ni muy delgado, ni muy gordo, atractivo, de mirada penetrante, fui hacia él, le di un beso en sus carnosos labios, y me tomó del brazo. Mi cuerpo temblaba, estaba muy callada cuando ella se acercó y me dijo que le dijera, que lo deseaba.
        Ambas se pusieron en frente de mí mirándome, hasta que Maleva se volvió a acercar, y suavemente me dijo solo déjate llevar, cierras tus ojos y piensa que es tu gran amor.
      Me dejé llevar, mientras el metía sus manos frías debajo de mi blusa tocando mis pechos que se estremecían, le dije que nos fuéramos a un lugar más íntimo, y nos fuimos a un telo a pasar lo que quedaba de la madrugada, ellas viajaban conmigo; les pedí que esta vez me dejaran sola con él, cerré mis ojos y me dejé amar, mientras tomaba de mi rostro acariciando mis mejillas, comenzó a besarme el cuello, acariciaba mi cuerpo y sentía los latidos de mi corazón, los mismos que dejé en una estación de tren, podía sentirme que estaba libre sin ellas ¡Lo amé!¡ Lo amé ¡Como si fuera otro, mientras dormía en su pecho.
     Al despertar me levantó con un__ "buen día mi reina, creo que mi amor se está enamorando, nunca la sentí con la ternura de esta madrugada".

    No podía entender ese "nunca" me preguntaba si ya había estado con el anteriormente, y porque no lo recordaba, me sentía confundida, intentaba calmar mis pensamientos.
     Lo abrasé tan fuerte, como pidiéndole con los ojos que me ayudara, como pidiéndole que no me dejara sola, aún sabiendo que pronto sería una víctima más de ellas.
     Llegué a casa y ambas me esperaban sentada en la cama sonriendo, comenzaron a preguntarme que tal la había pasado. Se reían de mí, quizás de mi inocencia, comenzaron a burlarse.
     Mis ojos brillaban, me hacía falta tanto aquel cariño, hasta que Maleva se levantó y dirigiéndose hacia la ventana comenzó a gritar__ ¡Nunca olvides lo que pasó en el pasaje 13! Él fue uno de ellos.
      Les dije que estaban locas, el no parecía ser lo que me decían.
      Las dos comenzaron a acariciar mi cabello __ tranquila, tranquila, dejaremos que te quedes con él un tiempo más, lo hiciste muy bien mi querido pimpollo.
Yo no estaba loca, ellas realmente existían.

MalevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora