Capítulo 1

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Se sentía bien pero igual sentía que esto no era algo bueno. Desde que tengo memoria he sido mejor amiga de Camila Cabello, una chica dulce, sus ojos son lindos pero últimamente lo que me llama más la atención son sus hermosos labios.

—Camz, basta —como era de esperar no paraba.

No recuerdo cuando comenzó todo esto. O cuando deje que esto ocurriera pero lo que sí sabía era que una amiga no le acaricia la pierna a la otra. Camila no dejaba de tocar mi pierna y lo hacía con maestría y con demasiada lujuria.

—No pasa nada—ella sonrió con dulzura —, Shawn no se dará cuenta.

La verdad era que el tipo estaba más pendiente en el videojuego que en lo que hacía su novia.

La mano de Camila tocaba mi pierna sobre el pantalón, se sentía bien pero era algo que estaba muy mal. De un momento a otro, Camila, dejó de mover su mano, se acercó y me susurro:

—Acompáñame.

Sin perder tiempo ella cogió mi mano y me llevó consigo. No lograba comprender por qué ella hacía todo esto. Quiero decir, tiene un novio el cual la quiere (aunque sea un estúpido a veces) de verdad la hace feliz.

Entramos al baño y sin avisó me sentó en el retrete, se acercó peligrosamente hasta estar a centímetros de mis labios.

—No lo hagas, Camz —sus ojos se notaban dulces pero con un toque de lujuria.

—Solo déjate llevar, Lolo —acaricio mis labios —, total esto harás alguna vez con Lucy.

La verdad era que con Lucy llevábamos dos semanas saliendo y no había dado mi primer beso y hacerlo con Camila no era una idea genial... quizá sí. No sé que estoy pensando.

Camila se acercaba más y más hasta que nuestros labios se encontraron a centímetros pero la aleje con suavidad. Esto no estaba bien.

—No está bien esto, Camz. Lo sabes bien.

Sus ojos ahora eran fríos y triste, pero luego se tornaron a unos dulces y alegres.

—Te lo tomas muy en serio todo, Laur. La vida es una y se debe vivir.

Sonrió y beso mi mejilla para luego salir y dejarme como siempre: con dudas.

Ese día habíamos salido los tres, odiaba a Shawn, pero si Camila era feliz con él todo bien. El tipo era de lo más aburrido que pueda existir, solo sonreía cuando Camila le preguntaba algo, no reía de sus chistes sin gracia (cosa que hago siempre. Son muy buenos).

A los pocos minutos ya estaba dentro de mi habitación, debía descansar de todo lo que había sucedido ese día. Aún no dejo de pensar en las caricias de Camila y de ese casi beso. No podía. Ella era mi amiga. Siempre la habíamos pasado juntas. Todo lo hacíamos juntas no entiendo en qué momento lo malinterpreto todo. Yo solo la quiero con una buena amiga y una hermana. Me tumbe en mi cama y suspire pesadamente.

—No debí pedirle matrimonio esa vez.

A mí mente vino la vez que jugábamos a los guerreros y a los reinos. Ella era una princesa y yo, claro, era su guerrero que se terminaba enamorando de ella y en un impulso el guerrero le pidió matrimonio a la princesa. Era absurdo pero divertido. No podía ser ese el momento donde lo malinterpreto todo. Sólo teníamos siete años y ahora teníamos dieciséis años. Era algo absurdo.

Unos golpes en mi ventana me sacaron de mis más profundos pensamientos. Me asome y la vi. Era la silueta de Camila, ella lo había hecho otra vez. Era mi vecina, el edificio no era tan alto, los departamentos estaban casi pegados y era fácil pasar de la ventana de ella hasta la mía. Genial.

— ¿En qué pensabas? —preguntó sonriendo.

—En nada. Sólo que tengo sueño.

Sus ojos brillaban más de lo normal. Se miraba... Hermosa.

—Tus ojos verdes se ven lindo bajo la luz de la luna.

Su confesión me dejo tonta. Si que era cierto que no era la primera vez que me daba cumplidos pero este era más bien un coqueteo que un cumplido. Esto está mal. Muy mal.

—Gracias.

Ambas mirábamos la luna, una suspiro salió de los labios de Camila. La mire y admire su rostro. Ella era linda. Vaya que lo era, pero había algo en esa mirada que escondía algo. Sonrió y su mirada se volvió a mí. Estábamos a unos pocos centímetros.

—Deberíamos practicar —no lograba entender nada, todo era absurdo.

Ella sin más me cogió de la mejilla y me beso. Sus labios eran dulces y con cautela. No encontraba que hacer así que hice lo que ella le había dicho en el baño: dejarme llevar. Sus labios se movían con maestría y sin tapujos. Eran suaves y delicados. Perfectos como lo era ella. De un momento a otra su lengua estaba jugando con la mía, se sentía húmedo y cálido pero a la vez se sentía excelente. Esto está mal. Muy mal. A los minutos ella se alejo y sin descaro sonrió. Era como si estaba orgullosa de lo que estaba haciendo. Antes de volver a su departamento me sonrió y dijo:

—Solo es entrenamiento nada más. Debes estar preparada para lo que viene con esa chica.

Y sin más entro por su ventana. Me quedo toda tonta afuera de mi ventana. Aún podía sentir sus carnosos y húmedos labios junto a los míos. Seguramente sintió que no le seguí el beso, claro que no lo hice, esto era una locura total y podía seguir así. No así. Ya iban más de tres semanas que ella venía intentando eso conmigo y no se miraba para nada bien entre unas amigas. Toque mis labios y suspire.

—Es patético... Pero se odio admitir que se siente bien.

Secretos Compartidos (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora