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—Supongo que sabes de que hablaba en la escuela —se aventuró Michael, con los dedos entrelazados a los de Mercy en su cama.

—No es que hayas sido demasiado específico.

Michael besó la parte posterior de su mano unida a la de él.

—Nunca había querido estar con una chica. No de verdad.

—Lo sé.

—Quiero decir que nunca había querido quitarle la ropa a una. Siempre había estado muy seguro de mi sexualidad, pero luego...

—Luego me besaste.

—Exacto. Y ahí está la cosa, Mercy. No solo quiero besarte. Quiero hacerte muchas cosas, y no lo entiendo. Soy muy nuevo en esto.

Eso era terriblemente adorable.

—Podemos comenzar con una lección acerca de cómo nacen los bebés —sugirió Mercy.

Michael se echó a reír, pero se detuvo poco después.

—Pensaba que podíamos comenzar con otro tipo de lección.

Mercy subió una ceja, intentan mostrarse segura pero casi temblando.

—¿Ah, sí?

Michael se empujó sobre la cama para quedar sentado y recostado contra la cabecera, haciendo que Mercy le siguiera, tomándola por la cintura y sentándola sobre él.

—Sí.

—¿Algo así como tu primera experiencia con una chica? —se burló ella.

—Más o menos.

Mercy se acercó a su rostro y lo besó con lentitud. No sabía muy bien qué hacer, pero imaginó que no podía ser tan difícil. Mientras lo besaba, Mercy movió sus caderas contra las de él, frotando profunda, pero lentamente.

Consiguió que, mientras aumentaba la intensidad de su beso, aumentara también la intensidad de sus movimientos.

Michael tuvo que dejar sus labios en cierto punto para intentar respirar, aunque se le hacía igual de difícil. Mercy ocupó sus labios en las clavículas de su mejor amigo mientras seguía moviéndose contra él, escuchando sus graves gemidos.

—Oh, Dios mío —gruñó, mirando hacia arriba e intentando contenerse.

—Déjalo ir, Mike —Mercy susurró en su oído, y Michael tuvo que dejar salir un largo gemido, apretando las caderas de Mercy y tensando sus músculos por completo.

Cuando sintió el calor en su pantalón, hizo un par de movimientos más, y se detuvo. Michael seguía mirando hacia arriba, con los parpados pesados y sonriendo ligeramente.

—¿Ha sido suficientemente bueno?

—Cállate y bésame.

Y tomó cada lado de su rostro para volver a besarla, esta vez completamente satisfecho y con el mejor de los humores.





—¡La felicidad la golpeó, como una bala en la espalda! —cantó Michael. Mercy no comprendía aún qué tenía con esa canción. No la cantaba todo el tiempo, pero nunca dejaba de hacerlo tampoco— ¡Se golpeó desde una gran altura, por alguien que debería saber más que eso!

—¿Qué tienes con esa canción? —preguntó, llegando a la cocina.

Cuando Michael la vio, lo primero que hizo fue llegar a ella y depositar un beso fugaz en sus labios. Un contacto rápido, pero mucho más demostrativo que otros.

that something | cliffordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora